Ciudad del Vaticano (Martes, 17-07-2018, Gaudium Press) «El bastón y las sandalias son la dotación de los peregrinos, porque así son los mensajeros del Reino de Dios, no gestores omnipotentes, no funcionarios estables, no divos en marcha».
Discípulos «libres y leves, sin apoyos y sin favores», anclados únicamente en el amor «de Aquel que los envía» y fuertes «solamente de su palabra que anunciarán». Este es el rostro que debe tener el discípulo misionero. Así podría ser resumido el pensamiento del Papa Francisco en el Ángelus del domingo, 15/07.
A partir del trecho del Evangelio de San Marcos que narra el momento en que Jesús envía los doce discípulos en Misión, el Papa quiso mostrar que la misión tiene un centro y tiene un rostro. Dos puntos que resumen el «estilo misionero» apuntado por Francisco en su discurso del domingo.
Jesús, Centro de referencia
Para el Papa Francisco, «El discípulo misionero tiene antes que nada su centro de referencia, que es la persona de Jesús».
Así, dice el Papa, su modo de actuar «parece como que irradiando de un centro, la recurrencia de la presencia y la obra de Jesús en su acción misionera»:
«Eso muestra como los Apóstoles no tienen nada de propio para anunciar, ni propia capacidad de demostrar, sino hablan y actúan como ‘enviados’, como mensajeros de Jesús. Es precisamente el Bautismo que nos torna misioneros. Un bautizado que no siente la necesidad de anunciar el Evangelio, de anunciar a Jesús, no es un buen cristiano».
El Centro inmutable para todos los bautizados
El episodio narrado del Evangelio de San Marcos propuesto por la liturgia del día dice respecto también a todos los bautizados, llamados a testimoniar en los varios ambientes de la vida, el Evangelio de Cristo:
«Y también para nosotros esta misión es auténtica, solamente a partir de su centro inmutable que es Jesús. No es una iniciativa individual de los fieles, ni de los grupos y ni siquiera de las grandes agremiaciones, sino que es la misión de la Iglesia inseparablemente unida a su Señor.
«Ningún cristiano proclama el Evangelio ‘por sí mismo’, sino solamente enviado por la Iglesia que recibió el mandato del propio Cristo».
Jesús, prefigura de su mensajero
La evangelización requiere coraje, que solamente puede ser encontrada si «estamos unidos a Él, muerto y resucitado»:
«Y a ese ‘rostro’ también pertenece la manera por la cual el mensaje es acogido: de hecho, puede ocurrir que él no sea acogido o escuchado. Eso también es pobreza: la experiencia del fracaso. La historia de Jesús, que fue rechazado y crucificado, prefigura el destino de su mensajero».
Conclusión y Pedido
«Que la Virgen María, primera discípula y misionera de la Palabra de Dios, nos ayude a llevar al mundo el mensaje del Evangelio en una exultación humilde y radiante, más allá de todo rechazo, incomprensión o tribulación.» (JSG)
De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Vatican News
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