Bogotá (Martes, 13-09-2009, Gaudium Press) En ceremonia realizada ayer en la Catedral del Bogotá, el país renovó su consagración a los corazones de Jesús y de María. La eucaristía fue celebrada por el Nuncio Apostólico en el país, Mons. Aldo Cavalli, y concelebrada por representantes del presbiterado nacional. Tras la misa, los celebrantes se dirigieron hacia un altar donde se hallaban la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y la imagen del Inmaculado Corazón de María, y allí recitaron la fórmula de la consagración.
Colombia fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús en 1902, con la intención explícita de poner fin a una sangrienta confrontación interna llamada «Guerra de los mil días». Entretanto, en octubre del 2008, el Cardenal Arzobispo de Bogotá, Mons. Pedro Rubiano Sáenz, además de renovar la consagración al Corazón de Cristo, realizó la consagración de la nación al Inmaculado Corazón de María. Por esta razón, la ceremonia de ayer fue también una renovación, pero esta vez, de la consagración de Colombia a los dos corazones.
«Jesús nos redimió. ¿Qué significa redimir? -se preguntó el Nuncio Apostólico en la homilía- . Alguien tenía una deuda y ese era esclavo hasta que pagase la deuda. Quien asumía la deuda pagaba y liberaba, y este era llamado el Redentor. Cristo, porque me amaba, asumió sobre sí mis pecados y me liberó amándome. María hizo lo mismo en su humanidad. Ella asumió su misión y dio su vida totalmente al Señor Jesús, y colaboró decididamente para nuestra redención.»
«Cuando dentro de unos minutos consagremos nuestra vida y nuestra Patria a los corazones de Jesús y María, debemos hacer lo mismo. Entregar nuestra vida, nuestra inteligencia, nuestra voluntad, y dar mi vida a la misión que el Señor me tiene. Asumir, ofrecer y amar» expresó Mons. Cavalli.
En la fórmula de la Consagración al Corazón Inmaculado de María, leída por el Nuncio Apostólico, se expresó: «Sabemos, confiamos y creemos que el triunfo del Inmaculado Corazón de María está próximo a llegar. Venimos, pues, a consagrarnos a Ti nosotros mismos, a consagrar nuestras familias y de manera especial consagrar a nuestro país Colombia a vuestro Inmaculado Corazón ¡María, Madre de amor y misericordia!»
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