Redacción (Miércoles, 25-07-2010, Gaudium Press) San Antonio de Padua es conocido como un gran taumaturgo, es decir, un gran obrador de milagros, ya que en vida, y aún tras su muerte, realizó diversos milagros. Pero San Antonio también es conocido como protector de los niños, tanto así que existe una tradición de encomendar a los pequeños al santo paduano.
¿Por qué existe esta tradición?
La tradición está precisamente relacionada con los milagros de San Antonio, varios de los cuales tuvieron como protagonistas a los niños. De allí se difundió la creencia de encomendar a los pequeños, desde su nacimiento, bajo la protección del santo.
Dos de estos milagros son los más conocidos:
El recién nacido que habló
El hecho ocurrió en Ferrara, Italia, cuando un padre se niega a tocar a su bebé nacido hace pocos días, ante la sospecha, y también los celos, de que no fuese su hijo. Creía que su mujer lo había traicionado.
San Antonio se da cuenta de lo que ocurre, y toma al bebé en sus brazos diciéndole contundentemente:
«Te ordeno en nombre de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, nacido de la Virgen María, que me digas con voz clara para que todos lo puedan oír, quién es tu padre».
En ese instante el bebé miró fijamente a su padre y exclamó: «¡Éste es mi padre!».
Luego San Antonio se dirigió al hombre y le dijo: «Toma a tu hijo, ama a tu mujer, que es inocente y merece toda tu confianza».
Tomasito: el bebé que recobró milagrosamente la vida
Otro de los milagros atribuidos a la mediación al santo, es la historia de Tomasito, un bebé de solo 20 meses que muere trágicamente y recobra la vida.
El suceso ocurrió cuando la madre del niño lo encuentra sin vida ahogado en una palangana de agua, luego de haberlo dejado en casa jugando. Atormentada por el hecho, la mujer invoca la ayuda de San Antonio de Padua, realizando en su oración un voto: si obtenía la gracia de recobrar la vida de su pequeño, daría a los pobres tanto pan cuánto peso del bebé.
El pequeño recobra la vida, naciendo así la devoción del «pondus pueri», que es la oración que hacen los padres a San Antonio pidiéndole protección a sus hijos, prometiéndole al santo tanto pan como el peso de sus bebés.
Se dice que fue gracias a esta devoción que nació otra tradición: el «Pan de San Antonio», que todos los años, el 13 de junio, acompaña la fiesta del santo y dio origen a dos obras: El Pan de los Pobres, que se ocupa de llevar alimentos y bienes a personas necesitadas; y Cáritas Antoniana, institución caritativa de los frailes de la Basílica de San Antonio de Padua.
Con información de El pan de los pobres y santantonio.org.
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