Chimpay (Martes, 21-08-2018, Gaudium Press) Los días 25 y 26 de agosto tendrá lugar en Chimpay, Provincia de Río Negro, Argentina, la 48º Peregrinación en honor al beato Ceferino Namuncurá, una de las romerías más multitudinarias de La Patagonia, que este año llevará por lema «Como Ceferino joven, renovamos la historia».
La peregrinación, que será ocasión para conmemorar el 11º aniversario de la beatificación del joven salesiano, estará marcada por el recibimiento en el santuario de los peregrinos, que tendrá lugar el sábado 25 de agosto en dos momentos: el primero a las 11:00, el segundo, a las 16:00 horas, cuando se bendiga a los jinetes con sus caballos.
Hace 11 años fue beatificado el joven salesiano. |
A las 18:00, en la ermita del parque, habrá un momento mariano dedicado a María Auxiliadora, patrona de la Familia Salesiana; que seguirá a las 19:00 con Adoración Eucarística en el templo del Cristo de la Tierra y de la Vida. A las 20:00, frente al templo del parque, seguirá un periodo de oración y reflexión, para continuar a las 21:00 con un encuentro de la juventud.
Los homenajes a Ceferino Namuncurá por su solemnidad, comenzarán desde las 7:00 del domingo 26 de agosto con la oración del amanecer. Se llevará a cabo en el Cerro de la Cruz, donde se conmemoraron 500 años de Evangelización.
Desde el lugar, cientos de peregrinos bajarán en procesión hasta el Polideportivo, donde al as 9:00 está prevista una celebración Eucarística. Momento importante será también la Misa del Peregrino que a las 11:00 horas presidirán los obispos de la Patagonia. A las 13:00 será la bendición y envío de los jóvenes, cerrando los festejos a las 16:00 con la Eucaristía de despedida.
Ceferino Namuncurá nació en Chimpay el 26 de agosto de 1886. Era hijo de un célebre líder del pueblo mapuche, Manuel Namuncurá, que luchó en la batalla del 5 de mayo contra el Ejército Argentino y de Chile. También era nieto del caudillo mapuche Calfucurá.
Fue en este contexto indígena que Dios salió al encuentro de Ceferino, cuando aún era un pequeño. Es bautizado por el Padre Domingo Milanesio, sacerdote salesiano que había mediado en el acuerdo de paz entre los mapuches y el ejército argentino.
Cuando tenía 11 años de edad, su padre lo inscribe en una escuela estatal de Buenos Aires; quería que su hijo se convirtiera en el futuro defensor de su pueblo. Pero había otros planes para él: Ceferino no encajó en tal institución, así que su padre lo inscribe en el colegio salesiano Pío IX.
Allí aprendió castellano, se acercó al catecismo y comenzó a practicar la vida de piedad. El 8 de septiembre de 1898 recibió la Primera Comunión, y al año, el 5 de noviembre de 1899, la Confirmación, ambos sacramentos de manos de Monseñor Gregorio Romero en la iglesia de San Carlos en Buenos Aires, donde hoy está la Basílica de María Auxiliadora y San Carlos.
Con el paso del tiempo se hizo notable su vocación al sacerdocio; pero esto no llegó a suceder para el joven Ceferino: era el año 1902 y su salud comenzó a deteriorarse por causa de una tuberculosis.
Es trasladado a Viedma, en Argentina, donde inicia sus estudios como aspirante a salesiano; pero al no verse alguna recuperación, la comunidad decide trasladarlo a Turín para que recibiese allí mejores atenciones médicas.
Pero Dios lo quiso pronto consigo, falleciendo el 11 de mayo de 1905 en compañía de Mons. Juan Cagliero, quien fuese pupilo de San Juan Bosco y formó parte de la primera misión salesiana en Argentina.
Antes de morir, el joven beato pronunció las siguientes palabras: «¡Bendito sea Dios y María Santísima!; basta que pueda salvar mi alma y en los demás que se haga la santa voluntad de Dios».
Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI el 11 de noviembre de 2007.
Sobre él afirmó el entonces Rector Mayor de los Salesianos, Don Pascual Chávez Villanueva, antecesor del Padre Ángel Fernández Artime: «La santidad de Ceferino es expresión y fruto de la espiritualidad juvenil salesiana, una espiritualidad hecha de alegría, de amistad con Jesús y María, de cumplimiento de los propios deberes y de entrega por los demás. Ceferino representa la prueba más convincente de la fidelidad con la que los primeros misioneros mandados por Don Bosco lograron repetir aquello que él había hecho en el Oratorio de Valdocco: formar jóvenes santos».
Con información de AICA y Vatican.va.
Deje su Comentario