Passo Fundo (Martes, 21-08-2018, Gaudium Press) En vista del tercer domingo del mes vocacional, 19 de agosto, celebrado en la Iglesia Católica en Brasil, el Arzobispo de Passo Fundo, Mons. Rodolfo Luís Weber, afirma que «la vida religiosa tiene una importancia fundamental para la Iglesia y para la sociedad».
El prelado, en artículo publicado en el site de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), cree que es imposible hablar de la historia de los 47 municipios que componen el área de la Arquidiócesis de Passo Fundo ignorando la presencia viva y actuante de las congregaciones religiosas (diez congregaciones masculinas, presentes en 24 comunidades y 15 congregaciones femeninas, formando 47 comunidades).
«Ellos (las congregaciones) son una presencia relevante a través de su vida y a través de las actividades que realizan. Se hace necesario hablar de estas personas y de estas obras y reconocer su importancia para el desarrollo religioso, cultural y económico de nuestras ciudades», dice.
Un entregarse por entero a Dios
Como ejemplo, Mons. Weber recuerda el trabajo desarrollado en el área de la educación. «Hoy tenemos varias y grandes escuelas que buscan ofrecer una educación de primera calidad y que tienen como diferencial presentar y desarrollar los valores cristianos».
«La vida religiosa es una vida consagrada que evidencia la donación integral de sí a Dios, de servicio total a Él y a las personas. La señal visible de la consagración a la vida religiosa es la profesión de los llamados ‘consejos evangélicos o votos’: pobreza, obediencia y castidad», resalta.
Los vocacionados a la vida religiosa consagrada, profesan tres votos.
En el voto de pobreza, los religiosos renuncian a tener bienes en nombre propio, que son colocados en común para la congregación y sirven a los demás en la alimentación, vestuario, vivienda, salud y la realización de las actividades.
Ya el voto de obediencia se constituye de adherir libremente a los proyectos comunitarios de la congregación y de la Iglesia. O sea, renunciar a causas personales y abrazar proyectos que no son oriundos de la propia voluntad.
«Este voto es una provocación contra la visión individualista y egoísta de vivir. Si solamente los intereses personales fueren prioritarios, la convivencia humana queda inviable», explica Mons. Weber.
Por último, el voto de castidad se sitúa en el ámbito del amor incondicional a Cristo y en la colaboración de su proyecto de anunciar y propagar el Reino de Dios, además de apuntar a las realidades transcendentes, de la espiritualidad y la oración. (LMI)
De la redacción de Gaudium Press, con informaciones de la CNBB.
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