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"La vocación sacerdotal no es una profesión", alerta Arzobispo de Uberaba, Brasil

Redacción (Viernes, 24-08-2018, Gaudium Press) Toda la Iglesia es vocacionada, siendo llamada para el ejercicio y la proclamación de la Palabra de Dios en el mundo. Es lo que dice el Arzobispo de Uberaba – Brasil, Mons. Paulo Mendes Peixoto, en su más reciente artículo publicado en el site de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB).

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Al comentar el tema «vocación», una vez que la Iglesia en Brasil celebra en agosto el mes de las vocaciones, Mons. Paulo recuerda que el llamado de Dios exige disponibilidad, desapego y entendimiento de que el mensaje de Jesucristo es dinámico. «Sin eso estamos confinados en redomas que no permiten la construcción real del Reino de Dios», escribe.

Para el prelado, tanto la vida cuanto el ministerio sacerdotal tienen una gran afinidad con la comunidad. Entretanto, el padre no puede quedar restricto en un determinado ambiente, porque estaría limitando la riqueza de la acción del Espíritu Santo. «Ese entendimiento tiene que ser percibido también por las comunidades cristianas, que a veces ‘pelean’ por la permanencia del padre sin mirar a otras comunidades carentes de padre».

Estar mucho tiempo en una misma parroquia, prosigue Mons. Paulo, «hace acontecer la mediocridad, el desánimo y todo no pasa de la monotonía. Con mucha facilidad nos acostumbramos, nos adaptamos y nada de nuevo ocurre. Hasta veo como sabiduría de Dios el pedido de que los párrocos no estén más de seis años en una parroquia. Eso significa actitud misionera, estar siempre yendo a nuevos frentes de trabajo».

Aunque el cambio a nuevos aires no sea uno de los más fáciles, pues supone desapego y enfrentamiento de nuevas realidades, el sacerdote debe considerarla como una oportunidad para crecimiento en la vida. «En la mayoría de los casos, los frutos de los cambios son reveladores de la importancia del dinamismo en la vida sacerdotal, como también en la vida de una comunidad parroquial. Estamos en una cultura que da pasos galopantes para el futuro», destaca el arzobispo.

Conforme Mons. Paulo Mendes, «debemos entender que la vocación sacerdotal no es una profesión, sino un ministerio al servicio de la Iglesia».

«Ningún padre fue ordenado para una parroquia, sino para estar al servicio de su Iglesia Particular. Para eso él necesita de disponibilidad en una vida de libertad y atender a los pedidos que le son hechos en la acción pastoral», completa.

Al final del artículo, el pastor defiende que la vocación exige del candidato entrega para el servicio, ya que es un don que debe ser practicado, fundamentado en una experiencia fecunda de intimidad con Dios. «Solo así el padre se torna realmente misionero y abierto para ejercer su ministerio donde le fue pedido. Significa que la comunidad también debe tener espíritu misionero», concluye. (LMI)

De la redacción de Gaudium Press, con informaciones de la CNBB

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