Carnegie (Sábado, 25-08-2018, Gaudium Press) El P. David Poecking, párroco de St. Elizabeth Ann Seton en Carnegie, Pennsylvania, Estados Unidos, relató la forma en la que una de las madres de familia locales motivó a la parroquia a desarrollar un apostolado con el fin de que los niños puedan familiarizarse y acercarse al sacramento de la Penitencia. Durante las jornadas penitenciales de la parroquia, las familias que tienen niños pequeños participan de una reunión en la cual cuentan con comida, juguetes e historias, durante las cuales los adultos y los niños más grandes van acercándose al templo para orar, realizar el examen de conciencia y acudir al sacramento de la Confesión.
Los niños acuden a al Confesión gracias al ejemplo de sus padres y sus hermanos. Foto: St. Elizabeth Ann Seton en Carnegie, Pennsylvania. |
En un artículo redactado para Aleteia, el P. Poecking confesó su escepticismo inicial frente a la idea de organizar una reunión infantil durante el tiempo de las confesiones. Los riesgos eran la trivialización del Sacramento de la Penitencia o un contraste indebido entre una atmósfera alegre y el espíritu de contrición que debe animar al penitente para acudir al Sacramento. Sin embargo, una catequesis adecuada y el efecto saludable del ejemplo de padres y hermanos han demostrado grandes beneficios para los pequeños.
«Las confesiones familiares (al menos en nuestra parroquia) fueron el invento de Claire Giancola, quien con su esposo Russell tiene seis hijos», relató el sacerdote. La madre estaba bastante preocupada por no conseguir que sus hijos más pequeños se comportaran mientras acudía con su esposo al Sacramento de la Penitencia. Para facilitar el acceso al sacramento, los esposos acordaron separarse para alternarse el cuidado de los hijos en el hogar y asistir individualmente a la confesión. La estrategia parecía funcionar hasta que los niños crecían y se resistían a acudir ellos mismos a la confesión por estar poco familiarizados.
Entonces la mujer acudió a su párroco para proponerle una forma de una actividad familiar mensual que facilitara el acceso de las familias. Giancola aceptó servir como voluntaria en la parroquia y organizar la parte operativa de la actividad. «El nuevo formato ha sido completamente positivo», relató el P. Poecking. «Los niños más pequeños lo esperan como una fecha de juego. Sus padres pueden acostumbrarlos a la confesión mucho más fácilmente cuando ven a los adultos y hermanos mayores yendo regularmente. Los niños mayores pueden ir a un ritmo que requiere menos espera y más diversión mientras esperan. Todos pueden experimentar el sacramento de la Penitencia como una característica clave de la fe y la vida compartidas de la comunidad cristiana».
Para algunas de las familias el contar con un evento especial para acudir al Sacramento de la Penitencia les ha permitido una mayor preparación y una experiencia común del perdón y la sanación de Dios. El ayudar a los niños en su preparación personal les ha permitido dialogar y descubrir aspectos de la formación en la fe que podrían pasar desapercibidas. El contraste entre el ambiente festivo de la reunión y la soledad del templo el cual ingresan para acudir a la confesión ha fomentado la admiración frente al sacramento. «El silencio y las sombras de la iglesia, en su mayoría vacía, aumentan su experiencia de la presencia de Dios en su necesidad de perdón o curación», afirmó el sacerdote.
«Estoy emocionado por los resultados de las confesiones familiares. Obviamente no puedo hablar de mi experiencia escuchando las confesiones de las pocas familias involucradas, pero estoy encantado de ver cómo los Giancolas y los Yosts respondieron al desafío de los padres de criar a sus hijos en la fe», concluyó el P. Poecking. «El poder de los sacramentos del Bautismo y el Matrimonio es evidente entre ellos».
Con información de Aleteia.
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