Richmond (Martes, 04-09-2018, Gaudium Press) El arquitecto estadounidense ERIK BOOTSMA escribió un artículo publicado por la revista Crisis Magazine En el cual propuso una política sencilla pero que podría tener un gran impacto en la prevención de abusos por parte de miembros de la iglesia: Prohibir el uso de «cuartos de Confesión» en los templos y rescatar el uso del confesionario tradicional.
«Como un católico que se sorprendió por las revelaciones y como arquitecto que se ocupa casi exclusivamente de la construcción y renovación de iglesias católicas, me gustaría ofrecer una sugerencia que creo que podría hacer una contribución pequeña pero práctica para prevenir el abuso en el futuro», indicó Bootsma. «La Iglesia debería solicitar de inmediato poner fin a escuchar confesiones cara a cara en ‘salas de reconciliación'».
El arquitecto recordó que los confesonarios tradicionales fueron prescritos por San Carlos Borromeo en la Arquidiócesis de Milán, Italia, como una medida de protección para penitentes y sacerdotes. La sensatez de esta medida es evidente para Bootsman. «La prudencia dictaría que hiciéramos todo lo posible para minimizar cualquier posibilidad de abuso», expuso el experto. «En términos prácticos, si queremos prevenir el abuso, un sacerdote y un feligrés nunca deberían estar juntos en el mismo espacio», donde la privacidad podría ser mal empleada por una de las partes.
El cambio de los confesonarios por salas o capillas surge según Bootsman de una comparación de la Confesión con otro tipo de acompañamiento similar al de los profesionales. «Este espacio, (el de las salas de reconciliación), en lugar de separar al sacerdote del penitente arrodillado, coloca al feligrés cara a cara con el sacerdote, una posición no muy diferente a la de un paciente y terapeuta, un simbolismo reforzado por una decoración que a menudo se parece a la consulta de un psiquiatra», lamentó el arquitecto. «Si bien puede haber beneficios para este método de confesión, el potencial de abuso aún permanece en dicha configuración».
El arquitecto propuso a los sacerdotes aplicar esta medida en sus templos, pero invitó a los Obispos ampliar esta iniciativa a sus Diócesis a través de su autoridad. La norma podría «exigir que los confesionarios consistan en dos espacios separados, cada uno con una entrada separada para el sacerdote y el penitente», comentó Bootsman. «Luego, cada lado se conecta por medio de una pantalla de metal debidamente fijada, que es un mandato de la Ley Canónica (Can 964 §2)». Tanto la separación como el anonimato de fieles y sacerdotes garantizaría la seguridad de ambos.
Un valor agregado sería disponer que los confesonarios «se coloquen dentro de la nave de una iglesia, a la vista del santuario y del tabernáculo. Uno simplemente no puede descartar la importancia de tener al Señor presente durante el Sacramento de la Confesión», agregó. «No solo refuerza la importancia de la confesión como parte integral de la vida de la fe, sino que el poder de Cristo presente en la Eucaristía simplemente no debe descartarse». Según su experiencia personal en el trabajo en docenas de templos, esta configuración no sólo es notablemente segura sino que aporta beneficios espirituales.
Con información de Crisis Magazine.
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