sábado, 23 de noviembre de 2024
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¿Será místico el mundo futuro?

Redacción (Miércoles, 05-09-2018, Gaudium Press) El futuro será místico, sin duda alguna.

Pero expliquemos primero que queremos decir por místico, y después por qué creemos que los días por venir serán místicos o no serán.

En estricta teología, mística es lo que resulta de la acción de los siete dones del Espíritu Santo, la acción donal, como dicen los teólogos. Hablando de forma menos estricta -pero ortodoxa también- teología mística es «la ciencia que trata de los actos y las experiencias o estados del alma que no pueden ser producidos por el esfuerzo o industria humana incluso con la ayuda ordinaria de la gracia divina. Entre sus asuntos comprende todas las formas extraordinarias de oración, las formas superiores de contemplación en todas sus variedades o gradaciones, las revelaciones privadas, las visiones y la unión que surge de ellas entre Dios y el alma, conocida como la unión mística» (Enciclopedia Católica, ítem Teología mística).

En sentido más amplio, nos dice el diccionario de la Real Academia que mística en una de sus acepciones es la «experiencia de lo divino». Y es más en este sentido que decimos que el porvenir será místico o no será. Pero será una experiencia de lo divino a partir de todo. Miremos como.

Expresa la sana filosofía -pero también el sentido común- que lo visible es reflejo y símbolo de lo invisible.

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Estamos viendo en este momento el sencillo reloj que posa en nuestra muñeca. Funciona relativamente bien (a veces se adelanta un tanto), es automático y a prueba de agua, nada especial, pero presta un buen servicio. Evidentemente ese reloj nos habla de los que lo hicieron aunque no los estemos viendo, y también de los que lo diseñaron. En ese sentido, es absurdo pensar que un bello amanecer como el que tuvimos la oportunidad de contemplar recientemente, con un sol que comenzaba a despuntar en nuestras espaldas y que iluminaba con su delicado pero refulgente brillo las suaves ondas de un colorido mar caribeño, no tuviera un Autor mucho más magnífico que el de un sencillo reloj. El amanecer del Caribe -con pelícanos y tijeretas rozantes sobre el mar, con la chispeante espuma y la fina arena- realmente ‘gritaba’ «Dios» por los cuatro costados. El amanecer visible era emocionante reflejo de Dios invisible.

Pero también un bello gesto, el discurso de un gran orador, la actitud elegante de una grande dame, todo eso nos habla de Dios.

Cuando admiramos y nos deleitamos con una señora que camina con finura y que en su porte hace buena gala de la dignidad del ser humano, al tiempo que nos agradamos sentimos la misteriosa nostalgia de una Elegancia perfecta, de una Dignidad absoluta y suprema, de la que la dama es solo un reflejo, un bello reflejo pero solo un reflejo: es la sed de Absoluto, que todos cargamos dentro y de la que no es necesaria mucha prosopopeya para evidenciarla, sino simplemente constatar la psicología humana. Con la visión de la aristocrática dama saciamos un poco la sed de Absoluto, pero al intentar apagarla, casi que producimos más sed. Entretanto sí, al percibir la elegancia sentimos un tanto a Dios.

Entonces, decimos que empleamos aquí el término ‘místico’ como un sentir a Dios en todo el orden creado, fruto de un ejercicio natural-sobrenatural del espíritu humano. Y pues, afirmamos que es en ese sentido que los siglos venideros serán místicos, mucho más que los anteriores, mucho más que por ejemplo la Edad Media, en la que trajes, arquitectura, arte, protocolos, costumbres y etc., tenían como intención explícita o implícita, evidenciar que somos reflejo e imagen divina.

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Interior de la Catedral de Chartres

– ¿Y por qué afirma usted que en ese sentido los siglos futuros serán místicos?

Porque el género humano ha caído tanto y está cayendo tanto -con el consecuente debilitamiento de su naturaleza-, que si no es con un auxilio místico especial de Dios que nos esté recordando que hay que subir -que nos esté mostrando las delicias de los esfuerzos del subir y que efectivamente nos ayude y haga subir- la estación final será irremediablemente el infierno de horror que ya se constata en nuestros días.

Es decir, hay un debilitamiento brutal de la naturaleza humana fruto de un vicio que se generaliza, el cual conlleva a su vez a un predominio mayor de las malas tendencias, del pecado original, que da en la neo-barbarie que hoy contemplamos y que va en aumento. El hombre se va pareciendo cada vez más al animal. Y esta debilidad solo puede ser suplida con la mística divina.

Pero sabemos que el Inmaculado Corazón triunfará. Entonces la mística triunfará. Y los hombres vivirán en un mundo que les hablará a todo momento de Dios, y tendrán oídos para escuchar la voz de Dios que les hablará poderosamente a través de la belleza del orden del Universo. Y los hombres vivirán contentos en ese mundo y querrán -con la gracia y la mística- ser ellos mismos cada vez más reflejos místicos de Dios. Entonces, el futuro sí será, y será místico porque así fue anunciado que será.

Por Saúl Castiblanco

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