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Ciudad del Vaticano (Lunes, 10-09-2018, Gaudium Press) En la meditación del Ángelus dominical en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco reflexionó sobre la lectura evangélica del día, que narra como el Señor curó al sordomudo: Jesús «le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: ‘Effetá’, esto es: ‘Ábrete’. Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.»
El Señor no está buscando la popularidad «sino que sólo quiere hacer el bien a las personas», dijo primero el Papa. Después explicó los detalles del milagro.
Jesucristo está «plenamente integrado en la realidad humana, por lo tanto, puede comprender la condición dolorosa de otro hombre e interviene con un gesto en el que está implicada toda su propia humanidad»: el Pontífice se refería al acto muy ‘material’, como era tocarlo y usar de su divina saliva.
Sus oídos se abrieron y su lengua se soltó: El Papa se refirió a una doble curación, la del cuerpo y la del alma:
«En primer lugar, la curación de la enfermedad y el sufrimiento físico, para restaurar la salud del cuerpo, si bien este objetivo no es plenamente alcanzable en el horizonte terrenal, a pesar de los esfuerzos de la ciencia y la medicina», dijo.
Pero tambien «hay una segunda sanación»:
«Es precisamente el corazón, es decir, el núcleo profundo de la persona, lo que Jesús vino a ‘abrir’, a liberar, a hacernos capaces de vivir plenamente nuestra relación con Dios y con los demás. Él se hizo hombre para que el hombre, sordomudo interiormente por el pecado, pueda escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y así aprenda a hablar, a su vez, el lenguaje del amor, traduciéndolo en gestos de generosidad y entrega», explicó el Pontífice.
El Papa concluyó sus palabras animando a todos a encomendarse a la Virgen María, «que estuvo totalmente ‘abierta’ al amor del Señor».
Con información de Vatican News
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