Redacción (Martes, 1-09-2018, Gaudium Press) Desde siempre el hombre buscó saber quién era su mejor amigo. Y esto es algo natural. Es tan natural como buscar saber qué es bueno para cada uno, o saber qué es lo que nos hace bien:
El instinto de sociabilidad, colocado por Dios en la naturaleza humana, así como la vida gregaria que la humanidad busca tener, conducen a esta pregunta.
Pero existe algo más que nos lleva a querer conocer quién es nuestro mejor amigo…
Sigamos el artículo que hoy Gaudium Press transcribe. Su lectura nos llevará, sin duda, a saber «Cuál es el mejor amigo del hombre».
-Quien baja su mirada sobre el Reino Animal, puede percibir dentro de la variedad un vastísimo abanico de clasificaciones. Entre los pioneros, Karl Von Linné tiene papel mayor, pues se aventuró a proponer las primeras divisiones, basándose en las diferencias y semejanzas de los seres vivos.
Entretanto, quien ve el conjunto de los seres en su todo, observa que existen varias formas de subdividir cada especie y género, resultando en un – por así decir – caleidoscopio de intenciones. De un lado se puede separar, por ejemplo, los simios; o entonces los felinos. Quizá dividir entre aves, réptiles, mamíferos, etc…
En fin, para no elevar a la enésima potencia la variedad del raciocinio, imagine una sumaria clasificación entre ellos: animales domesticables y animales no domesticables…
Analizando así, se tendría en una faceta del prisma; el can, el caballo, algunas aves de rapiña y hasta incluso el león, el tigre y algunos tipos de oso… esos son algunos animales adiestrables, diferentes de la otra clase – casi infinita.
Para sintetizar, en medio a ese zoológico de conceptos surge una duda: «¿cuál es el mejor amigo del hombre»? De alto a bajo los polos se dividen, y habrá desde quien defienda que es el perro, hasta los que predican que no hay mejor compañero que el caballo…
Para «domesticar» esa tesis, coloquemos en evidencia la profundidad filosófica de la duda milenaria mencionada.
El ser humano tiene la necesidad de vivir en conjunto, en grupos, en una sociedad. Él precisa convivir, tener amigos, pues posee un instinto de sociabilidad, como ya Aristóteles decía: «el hombre es un animal social».
Y, una vez que, por criterio selectivo el ser humano tiende a buscar la excelencia de la plenitud de sus anhelos, la pregunta se precisa de la forma mencionada: «¿cuál es su mejor amigo»?
Obviamente, si el ser humano posee tan acentuadamente el instinto de sociabilidad, sería difícil concebir que él se complace satisfactoriamente apenas en convivir con un ser inferior a su naturaleza, como un animal. Al contrario, las Escrituras Sagradas narran la necesidad del hombre estar con alguien que sea «carne de su carne, hueso de sus huesos» (Cf. Gn 2, 23).
O sea, a primera vista la cuestión se resuelve: el ser humano es el mejor «amigo» del ser humano. Con todo, la pregunta se profundiza aún más: «¿quién es mi mejor amigo?»
El libro del Eclesiástico nos da una pista: «Todo amigo dice: ‘También yo soy amigo’, pero hay amigo que solo de nombre es amigo» (Eclo 37, 1). Y más adelante: «No te olvides del amigo en tu corazón, ni pierdas su recuerdo en medio de tus riquezas» (Eclo 37, 6).
El tema de la verdadera amistad atraviesa los siglos y las latitudes de tal forma, que se encuentra en los tesoros de sabiduría del antiguo Oriente la siguiente recomendación: «nunca cambie un amigo viejo por un amigo nuevo».
Los libros sagrados continúan: «Si ganas un amigo, gánalo en la prueba, y no le des confianza demasiado pronto» (Eclo 6, 7). «Un amigo fiel es un refugio seguro: el que lo encuentra ha encontrado un tesoro» (Eclo 6, 14).
Em contrapartida, se ve a Nuestros Señor Jesucristo llamando aún de amigo a aquel que lo traicionaba: «Amigo, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?» (Lc 22, 48).
¡Cómo Dios quiere a todos! Él es la bondad y no podría querer otra cosa. Imagínese como sufrió al sentir tu Sagrado Corazón que tanto ha amado a los hombres ser tan poco amado por ellos (1), ¡incluso odiado y atravesado por una lanza!
A este respecto, Monseñor João Clá, fundador de los Heraldos del Evangelio comentó en cierta homilía que uno de los mayores dolores de Nuestro Señor Jesucristo fue el sentir el choque de su instinto de sociabilidad con la ingratitud de los hijos de Israel. (2)
De esta forma, brota naturalmente la respuesta de la fuente de todas esas dudas. El mejor amigo es aquel que da la vida por el otro, como enseñó el Divino Maestro:
«Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 13).
Aquí viene el punto final. ¡Nuestro Señor es el mejor amigo del género humano! «Se aniquiló a sí mismo, asumiendo la condición de esclavo, volviéndose solidario con los hombres, y presentándose como simple hombre, se humilló, hecho obediente hasta la muerte, muerte de cruz» (Fl. 2, 7-8).
Que su Sagrado Corazón traiga bien cerca de sí la rebelde humanidad, pues vivir sin su mirada, existir sin su luz sería lo mismo que… lo mismo que … vivir sin tener un amigo, y: el mejor de los amigos…
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(1) Cf. DIAS, João Scognamiglio Clá. Sagrado Coração de Jesus – Tesouro de bondade e de amor.
(2) Cf. DIAS, João Scognamiglio Clá. Homilia na residência dos Arautos São Paulo Apóstolo. 11/04/06. Arquivo particular.
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