Ciudad del Vaticano (Martes, 18-09-2018, Gaudium Press) «El padre [sacerdote] es el hombre del don, del don de sí, todos los días, sin vacaciones y sin pausa. Porque la nuestra, queridos sacerdotes, no es una profesión, sino una donación; no es un trabajo, sino una misión».
Estas palabras del Papa fueron pronunciadas ante sacerdotes, seminaristas y religiosos durante el encuentro realizado con ellos en la Catedral de Palermo, con ocasión de la visita de Francisco hecha el pasado fin de semana.
El encuentro en la Catedral fue precedido por una oración delante de la tumba del sacerdote siciliano Beato Pino Puglisi, a los 25 años de su asesinato.
Para el Papa, además de ser el hombre del don, el sacerdote es también el hombre del perdón. El padre no carga rencores, él es el portador de la paz de Jesús allá donde hay división y animosidad.
«El sacerdote es hombre de Dios 24 horas por día, no hombre de lo sagrado cuando viste los paramentos. La liturgia sea para ustedes vida, no solamente rito», dijo Francisco.
Para él, el «gimnasio» donde entrenar el perdón es primero el seminario y, después, el presbiterio. Para los consagrados, el «gimnasio» es la comunidad.
Allí debe ser alimentado el deseo de unir y no de dividir.
Practicar aquel «pecadito que todos cometen», es negar «nuestra identidad de sacerdotes y de consagrados».
El Pontífice insistió en la importancia de confesarse y, sobre todo, de perdonar. «Eso es muy importante para mí en esta Iglesia tan herida, que parece un hospital de campaña.»
Hermanas de Vida Consagradas
El Pontífice dedicó parte de su discurso a las consagradas, según él, íconos de la Iglesia y de Nuestra Señora:
«Ustedes son la puerta de entrada, porque son madres. Por favor, no desvaloricen su carisma de mujeres y después el carisma de consagradas».
Y recomendó que los obispos llamen a las religiosas para participar activamente de sus planes pastorales. (JSG)
Deje su Comentario