Vilnius – Lituania (Martes, 25-09-2018, Gaudium Press) El domingo pasado, y después de dejar la Catedral de Kaunas donde se encontró con los religiosos, el Pontífice volvió a Vilna y, después de la visita y una oración hecha en el Museo de las Ocupaciones y Luchas por la Libertad, en la Capital lituana, el Papa Francisco concluyó una de las etapas de su viaje a los países bálticos.
El Museo de las Ocupaciones es el símbolo de la dominación soviética, y en la época fue sede de las oficinas de la KGB y, sobre todo, en el sótano, de las prisiones en que eran torturados y detenidos los opositores del régimen.
Antes de los comunistas, los nazistas ocupaban el edificio. La Gestapo ocupó el lugar entre 1941 y 1944 con las mismas finalidades de la KGB.
Más de mil personas perdieron la vida en aquel lugar entre 1944 y los años 60.
En 1992 el edificio fue reformado para tornarse un Museo en memoria de las víctimas que allí fueron torturadas o perecieron.
Hoy, es posible visitar cerca de 20 celdas que ayudan a contar la historia de la persecución y de la reacción de un pueblo a los totalitarismos. Dos de estas celdas impresionan por sus exiguos 60 centímetros cuadrados cada una.
Oración del Papa
El Papa encendió una vela en las celdas 9 y 11 y visitó la sala de ejecuciones.
Un obispo jesuita, sobreviviente de la persecución y un descendiente de deportados, junto con las autoridades, recibieron al Papa que, en la ocasión hizo una oración larga que transcribimos en partes:
«‘Mi Dios, mi Dios, ¿por qué Me abandonasteis?’ (Mt 27, 46).
Vuestro grito, Señor, no para de resonar, haciendo eco dentro de estas paredes que recuerdan los sufrimientos vividos por tantos hijos de este pueblo. (…)
En vuestro grito, Señor, resuena el grito del inocente que se une a vuestra voz y se eleva para el cielo.
Es el Viernes Santo del sufrimiento y la amargura, de la desolación y la impotencia, de la crueldad y lo absurdo que vivió este pueblo lituano de cara a la ambición desenfrenada que endurece y ciega el corazón.
(…) Que vuestro grito, Señor, nos libere de la enfermedad espiritual que siempre nos tienta como pueblo: olvidarnos de nuestros padres, de cuánto vivieron y sufrieron.
(…) Que aquel grito sea estímulo para no adecuarnos a las modas del momento, a los slogans simplificadores y a toda la tentativa de reducir y sacar a cualquier persona la dignidad de que Vos la revestisteis.
(…) Señor, que Lituania sea faro de esperanza; sea tierra de la memoria operosa, que renueva los compromisos contra toda la injusticia. (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Vatican News)
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