Ciudad del Vaticano (Jueves, 27-09-2018, Gaudium Press) La Audiencia General de ayer, tuvo como leit motiv principal, relato del Pontífice sobre su visita apostólica a los países bálticos con ocasión del centenario de su independencia. Una vida sufrida la de estas naciones, que soportaron tanto el yugo comunista como el nazi.
El Papa Francisco agradeció a los presidentes de las tres repúblicas y a todos los que hicieron posible su visita a Lituania, Letonia y Estonia.
«Ahora que gozan de libertad mi misión fue anunciarles nuevamente la alegría del Evangelio y la revolución de la misericordia y de la ternura, porque para darle sentido y plenitud a la vida, además de la libertad, es indispensable el amor que viene de Dios», explicó Francisco. El Evangelio es fortaleza en medio de la persecución, y luz en tiempos de libertad, dijo.
«En Vilna, les recordé a los jóvenes la importancia del diálogo entre las generaciones, y en Riga, les subrayé a los ancianos la estrecha relación que existe entre la paciencia y la esperanza. También a los sacerdotes, consagrados y seminaristas, les manifesté que es indispensable estar centrados en Dios y arraigados en su amor, manteniendo viva la memoria de los mártires, para seguir su ejemplo y ser testigos de esperanza. Tampoco me faltó la oportunidad para honrar a las víctimas del genocidio judío en Lituania y de las persecuciones a todos los ciudadanos, expresó el Pontífice.
Palabras sobre la opresión comunista y la fuerte devoción mariana
El Papa destacó en la Audiencia que las naciones bálticas pueden hablar al mundo de valores humanos y sociales tras haber pasado por duras pruebas. E hizo alusión a su visita al Museo de las Ocupaciones y las Luchas por la Libertad, donde estuvo rezando en las habitaciones donde eran detenidos, torturados y asesinados los opositores del régimen: «Asesinaban a cerca de cuarenta cada noche. Es conmovedor ver hasta qué punto puede llegar la crueldad humana. Pensemos en esto», dijo.
«A estas tres Naciones -dijo- las une una fuerte devoción mariana. Por ello, en las tres celebraciones eucarísticas, el santo Pueblo fiel de Dios que peregrina en esas tierras, ha renovado con María su ‘sí’ a Jesucristo, suplicando a la Madre de Dios que continúe protegiendo y acompañando a sus hijos en estos momentos de su historia».
Con información de Vatican News
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