Redacción (Jueves, 04-10-2018, Gaudium Press) En el libro titulado «Llamadas del Mensaje de Fátima», de autoría de la Hermana Lucía, una de las videntes de Fátima, la sierva de Dios recuerda el pedido hecho por Nuestra Señora el día 13 de mayo de 1917: «Recen el Rosario todos los días para obtener la paz para el mundo y el final de la guerra».
En la obra, la religiosa presenta cinco razones para rezar el Rosario diariamente. La primera es la de que Dios es un Padre que «se adapta a las necesidades y posibilidades de sus hijos». Y explica: «Si Dios, por medio de Nuestra Señora, nos hubiese pedido ir todos los días a participar y comulgar en la Santa Misa, ciertamente habría muchos en decir, con justo motivo, que no les era posible». Entretanto, «rezar el Rosario es accesible a todos, pobres y ricos, sabios e ignorantes, grandes y pequeños», en cualquier momento y lugar.
La segunda razón, es la de que esta oración «nos lleva al encuentro familiar con Dios, como el hijo que tendrá que agradecer a su padre los beneficios recibidos, tratar con él sus asuntos particulares, recibir su orientación, su ayuda, su apoyo y su bendición».
Un tercer motivo presentado por la Sierva de Dios es el de que después de la Santa Misa, el Rosario «es la oración más agradable que podemos ofrecer a Dios y de mayor provecho para nuestras almas. Si no fuese así, Nuestra Señora no habría recomendado eso con tanta insistencia», resalta.
Aunque existan muchas oraciones excelentes para prepararse para recibir a Jesús en la Eucaristía y preservar nuestra relación íntima con Dios, la Hermana Lucía no cree que haya «una oración más apropiada para las personas en general que la oración de los cinco o quince Misterios del Rosario».
El cuarto beneficio de la recitación diaria del Rosario dado por la vidente de Fátima es el de que «el Rosario es un medio poderoso para ayudarnos a conservar la Fe, la Esperanza y la Caridad».
La quinta razón presentada por la Hermana Lucía es la de que el Rosario impide a los fieles de caer en el materialismo.
«Aquellos que abandonan la oración del Rosario y no toman diariamente parte en el Santo Sacrificio de la Misa, nada tienen que los sustente, acabando por perderse en el materialismo de la vida terrena». (EPC)
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