Ciudad del Vaticano (Miércoles, 10-10-2018, Gaudium Press) Este martes (09/10), en la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco afirmó que la palabra clave para que no erremos en nuestra vida de cristianos es ser «apasionados» por el Señor, además de obtener de él inspiración para nuestras acciones.
El Papa recordaba con sus palabras las lecturas recomendadas por la liturgia para ese día: la Primera Lectura extraída de la Carta a los Gálatas el Evangelio de Lucas, en el trecho centrado en las figuras de Marta y María, que eran hermanas de Lázaro de Betania, a quien Jesús resucitó.
Marta: atareada – María: contemplación apasionada
Francisco recordó que ellas «son dos hermanas que, con su manera de actuar, nos enseñan cómo debe caminar la vida del cristiano».
«María escuchaba al Señor, mientras Marta era perturbada porque estaba ocupada en los servicios».
Marta es una de aquellas mujeres «fuertes, resaltó el Papa, es capaz también de reprehender al Señor por no estar presente en la muerte de su hermano Lázaro. Sabe cómo «avanzar», es corajuda, pero no posee la «contemplación», incapaz de «perder tiempo mirando al Señor»:
«Existen muchos cristianos que van, sí, a la misa los domingos, pero después están siempre atareados. No tienen tiempo ni para los hijos, ni para jugar con los hijos. ¡Es feo eso! ‘Tengo muchas cosas para hacer, estoy ocupado…’
Al final de cuentas se tornan cultores de la religión de los atareados: un grupo de atareados que está siempre haciendo… pero pare, mire al Señor, tome el Evangelio, oiga la Palabra del Señor, abra su corazón…
No: siempre el lenguaje de las manos, siempre…
Haz el bien, pero no el bien cristiano: un bien humano. Falta la contemplación.
A Marta faltaba eso. Corajuda, ella siempre prosiguió, cargaba las cosas en las manos, pero le faltaba la paz: perder tiempo mirando al Señor.»
Apasionado por el Señor
Francisco habló, entonces de María:
La actitud de ella no es un «estar allí pasiva». Ella «miraba al Señor porque el Señor tocaba el corazón y de allí, de la inspiración del Señor, es de donde viene el trabajo que tiene que ser hecho después».
Es como dice la regla de San Benito, «Ora et labora».
Los monjes y monjas de clausura, afirma Francisco, no «están todo el día mirando para el cielo. Ellos rezan y trabajan».
El Papa recordó a San Pablo y la Primera Lectura de hoy al afirmar lo que el Apóstol Pablo encarnó: «cuando Dios lo escogió», «él no fue a predicar» inmediatamente, sino «fue a rezar», «contemplar el misterio de Jesucristo que le fue revelado»:
«Todo lo que Pablo hacía tenía este espíritu de contemplación, de mirar al Señor. Era el Señor que hablaba de su corazón, porque Pablo era un apasionado por el Señor. Y esta es la palabra-clave para no errar: apasionados.
Nosotros, para saber de qué parte estamos, si exageramos porque hacemos una contemplación demasiado abstracta, inclusive gnóstica, o si muy atareados, debemos cuestionarnos:
«¿Soy apasionado por el Señor? ¿Estoy seguro, estoy segura de que Él me escogió? ¿O vivo mi cristianismo así, haciendo cosas… sí, hago esto, hago pero y el corazón? ¿Contempla?».
Hace bien pensar en eso
«Contemplación y servicio: este es nuestro camino de la vida. Cada uno de nosotros piense: ¿cuánto tiempo por día dedico a contemplar el misterio de Jesús?
Y después: ¿cómo trabajo?
¿Trabajo tanto que parece una alienación, o trabajo coherente con mi fe, trabajo como un servicio que viene del Evangelio?
Nos hace bien pensar en esto.» (JSG)
De la Redacción Gaudium Press, con informaciones Vatican News.
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