Sídney (Viernes, 19-10-2018, Gaudium Press) El líder de la oposición en el estado de New South Wales en Australia, el parlamentario Luke Foley, advirtió recientemente en un desayuno realizado en la sede del Parlamento en Sídney sobre la marginación de la identidad religiosa en la política y las presiones a los legisladores para no manifestar su fe en el análisis de las materias de política pública. Su advertencia se suma las preocupaciones de los creyentes en temas como las amenazas al secreto de la confesión, la libertad de los instituciones religiosas para contratar empleados coherentes en su testimonio de vida y la reciente redefinición de la institución civil del matrimonio.
Desayuno con parlamentarios organizado por la Universidad Católica de Australia. Foto ACU. |
«Creo que lo que a menudo se cuestiona hoy en nuestro país y en todo Occidente es la personificación en la política pública de los valores que se derivan de la enseñanza religiosa y la autoridad religiosa», alertó Foley durante el desayuno. «Pero sugerir que los legisladores nunca deben llevar su fe a los asuntos de política pública es, en el mejor de los casos, ingenuo y, en el peor, un intento consciente y deliberado de desterrar los valores religiosos y los valores éticos que se derivan de la enseñanza religiosa, y de expulsarlos de la esfera pública».
El legislador recordó que la opinión de los creyentes es un aporte positivo para los cuerpos políticos y una fuente de bien para el estado y la nación y lamento las fuertes críticas de la participación de los creyentes por parte de un «individualismo muy estridente y militante». Por su parte el escritor y comentarista sobre educación, Dr. Kevin Donnelly, identificó los ataques con una estrategia de largo plazo para «destruir la libertad religiosa, eliminar el cristianismo de la vida pública y cambiar radicalmente a la sociedad».
«Las escuelas religiosas actualmente tienen el derecho de discriminar en términos de quiénes se inscriben y quiénes emplean, y ese derecho ahora está amenazado», comentó Donnelly en un artículo para Catholic Weekly, en el que destacó esta libertad como necesaria para administrar de acuerdo a sus convicciones. «Una vez que las escuelas religiosas pierden el derecho a permanecer fieles a su fe, se espera que el próximo paso sea obligar a esas escuelas a implementar un plan de estudios radical de género y sexualidad».
El programa de Escuelas Seguras, impulsado en Australia, tendría una base ideológica de tipo marxista, según declaraciones de la cofundadora de la iniciativa, Roz Ward: «Sólo el marxismo proporciona la teoría y la práctica de la liberación humana genuina (…). El marxismo ofrece la esperanza y la estrategia necesarias para crear un mundo donde la sexualidad humana, el género y la forma en que nos relacionamos con nuestros cuerpos puedan florecer de maneras increíblemente nuevas y sorprendentes que solo podemos imaginar hoy». Según esta misma activista, «la Coalición de Escuelas Seguras se trata de apoyar la diversidad sexual y de género, no de detener el acoso escolar (bullying)», propósito que constituye la principal consigna con la cual se promueve.
La reciente reforma de la institución civil del matrimonio es otro ejemplo de un mismo intento de limitar la participación de los creyentes en la sociedad. «Esta encuesta nos ofrece una oportunidad consciente para apoyarnos firmemente en un gobierno secular y rechazar la discriminación o el favoritismo basado en la religión», manifestó la escritora y activista Aubrey Perry en medio del debate por la iniciativa. «Es nuestra oportunidad de decir que la religión no tiene parte en la conformación de nuestras leyes».
En este contexto, las recientes y controvertidas normas como las que amenazan el Secreto de Confesión comparten la visión de la libertad religiosa como un derecho secundario supeditado a otros derechos. «Los cristianos creen que todos deberían estar libres de discriminación injusta», afirmó sobre este tema el Cardenal George Pell, según citó Donnelly, «pero las leyes contra la discriminación que no respetan los derechos humanos fundamentales, como la libertad de religión y de conciencia, son leyes injustas».
Con información de Catholic Weekly.
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