Ciudad del Vaticano (Viernes, 19-10-2018, Gaudium Press) En la Misa que celebró ayer, en la Capilla de la Casa Santa Marta el Papa Francisco trazó para sus oyentes de tres formas de pobreza a las cuales el discípulo es llamado a acceder: de las riquezas, las persecuciones y la soledad.
Desprenderse de las riquezas
Para Francisco las condiciones para recorrer el camino del discipulado perfecto se inician con los desapegos de los bienes terrenos que consiste en tener un «corazón pobre».
Si, en el trabajo apostólico, es necesario el uso de estructuras u organizaciones que parezcan una señal de riqueza, ellas deben ser usadas con un espíritu y actitud de desapego, enseñó Francisco.
Recordando las Sagradas Escrituras, el Pontífice dijo que, de hecho, el joven rico del Evangelio conmovió el corazón de Jesús, pero no fue capaz de seguirlo porque tenía «el corazón preso a las riquezas».
«Si usted quiere seguir al Señor, elija el camino de la pobreza y si tiene riquezas, que sean para servir a los otros, pero con el corazón desapegado. El discípulo, afirmó, no debe tener miedo de la pobreza, o mejor: debe ser pobre».
Las persecuciones por causa del Evangelio
La segunda forma de pobreza es la de las persecuciones. En el Evangelio de ayer, el Señor envía a los discípulos «como corderos en medio de lobos». Hoy existen muchos cristianos perseguidos y calumniados por causa del Evangelio:
«Ayer, en la Sala del Sínodo, un obispo de uno de esos países donde hay persecución contó de un joven católico llevado por un grupo de muchachos que odiaban la Iglesia, fundamentalistas; fue agredido y después lanzado dentro de una cisterna, lanzando lama hasta que llegó a su cuello: ‘Diga por última vez: ¿usted renuncia a Jesucristo?’ – ‘¡No!’. Lanzaron una piedra y lo mataron. Todos nosotros oímos eso. Y no ocurrió en los primeros siglos: ¡es de dos meses atrás! Es un ejemplo. Pero cuántos cristianos hoy sufren las persecuciones físicas: ‘¡Oh, él blasfemó! ¡Para la horca!’ «.
Francisco recordó también que existen otras formas de persecución:
La persecución de la calumnia, los chismes y el cristiano se queda callado, tolera esta «pobreza». A veces, es necesario defenderse para no provocar escándalo… Las pequeñas persecuciones en el barrio, en la parroquia…, pequeñas, pero son la prueba: la prueba de una pobreza. Es el segundo tipo de pobreza que el Señor nos pide. El primero, dejar las riquezas, no ser apegado con el corazón a las riquezas; el segundo, recibir humildemente las persecuciones, tolerar las persecuciones. Esta es una pobreza.
Recordando el Evangelio del día, el Papa afirmó que la segunda forma de pobreza es la de las persecuciones. Nuestro Señor envía a los discípulos «como corderos en medio de lobos».
Pero existen otras formas de persecuciones, continuó Francisco:
«La persecución de la calumnia, la maledicencia y el cristiano se queda callado, tolera esta ‘pobreza’. A veces, es necesario defenderse para no provocar escándalo… Las pequeñas persecuciones en el barrio, la parroquia… pequeñas, pero son la prueba: la prueba de una pobreza».
Y, subrayó el Papa: Este «es el segundo tipo de pobreza que el Señor nos pide. El primero, dejar las riquezas, no tener el corazón apegado a las riquezas; el segundo tipo de pobreza es recibir humildemente las persecuciones, tolerar las persecuciones.»
Abandono: otra forma de pobreza
Existe además una tercera forma de Pobreza que el Pontífice quiso describir. Se trata de la persecución de la soledad, del abandono.
Fue de la primera Lectura que Francisco sacó el ejemplo de esta forma de pobreza.
En la Segunda Carta de San Pablo a Timoteo, San Pablo enseña que «no tenía miedo de nada», y narra que en su primera defensa en el tribunal, nadie lo asistió: «Todos me abandonaron», dijo él. Solo el Señor estuvo a su lado y le dio fuerzas, explicó el apóstol.
El Papa Francisco comentó, entonces, el abandono del discípulo. Una situación que puede ocurrir con un joven o una joven de 17 o 20 años, que con entusiasmo dejan las riquezas para seguir a Jesús. Ellos, «con firmeza y fidelidad» soportan «calumnias, persecuciones diarias y celos», «pequeñas o grandes persecuciones», y después, el Señor todavía puede pedir también «la soledad del fin».
El Papa recordó ejemplos de abandono y soledad de discípulos:
«Pienso en San Juan Bautista: el mayor hombre nacido de una mujer. Gran predicador: las personas iban a él para ser bautizadas. ¿Cómo fue su fin? Solito, en la cárcel.»
«Solito, olvidado, degollado por la debilidad de un rey, el odio de una adúltera y el capricho de una joven: así terminó el mayor hombre de la historia».
«Sin ir muy lejos, continuó Francisco, muchas veces en las casas para ancianos donde viven sacerdotes y religiosas que dedicaron sus vidas a la predicación, ellos se sienten solos, solos con el Señor: nadie se acuerda de ellos.»
Recordando los pasos de la Pobreza
El discípulo es pobre en el sentido que no es apegado a las riquezas. Este es el primer paso.
Después es pobre porque «es paciente delante de las persecuciones pequeñas o grandes», y por último el tercer paso:
«es pobre porque entra en el estado de espíritu de sentirse abandonado, o al final de la vida. El camino de Jesús termina con la oración al Padre: ¿Dios mío, Dios mío, porqué me abandonaste? «
La invitación final del Papa fue de rezar por todos los discípulos, sacerdotes, religiosas, obispos, papas, laicos para que «sepan recorrer el camino de la pobreza como el Señor desea». (JSG)
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