Ciudad del Vaticano (Lunes, 29-10-2018, Gaudium Press) En el Ángelus dominical habido en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco se dirigió a los miles de peregrinos reunidos allí hablandoles de la Misa de clausura de la Asamblea del Sínodo de los Obispos que se dedicó a los jóvenes.
Del Sínodo, el Pontífice expreso que había sido un tiempo de consuelo y de esperanza, incluso por medio de un trabajo en ocasiones fatigoso. Esta sensación de esperanza transmitida por el Papa, hacía paralelo con la primera Lectura del día, en la que el profeta Jeremías transmite una palabra de confianza y consuelo de Dios para su pueblo: «La esperanza de Dios no es un espejismo, como ciertas publicidades en las que todos son sanos y hermosos, sino que es una promesa para la gente real, con sus virtudes y defectos, potencialidades y fragilidades».
Francisco destacó la actitud de escucha que tuvo lugar en el Sínodo. «Escuchar puede ser fatigoso»; requiere tiempo, atención, apertura. Pero esta fatiga era aliviada por la presencia vivaz y estimulante de los jóvenes.
Asimismo, el testimonio de los Padres sinodales hizo que la multiforme realidad de las nuevas generaciones haya entrado en el Sínodo «por todas partes». Realidad multiforme de todos los continentes, y de las múltiples situaciones humanas y sociales.
Esa actitud de escucha, permitió abordar los muchos desafíos que se presentan para la juventud de hoy, «como el mundo digital, el fenómeno de las migraciones, el sentido del cuerpo y de la sexualidad, el drama de las guerras y de la violencia», entre otros.
El Pontífice comparó el Sínodo de los Jóvenes con una buena vendimia, que promete un buen vino. Y destacó como primer fruto, el ejemplo de un método que se ha tratado de seguir desde la fase preparatoria.
El Papa concluyó su meditación pidiendo la intercesión de la Virgen, Madre de la Iglesia.
Con información de Vatican News
Deje su Comentario