Ciudad del Vaticano (Lunes, 19-10-2009, Gaudium Press) En el día en que la Iglesia Católica conmemoró su Día Mundial de las Misiones, el Papa Benedicto XVI citó el trabajo de diversos religiosos secuestrados, muertos y perseguidos. De entre los nominalmente citados por el Pontífice este domingo, en el discurso que antecede a la oración mariana del Ángelus, estaba el sacerdote italiano «fidei donum» Ruggero Ruvoletto, muerto el día 19 de septiembre en Manaos. Benedicto XVI pidió a los fieles que orasen por todos los religiosos misioneros «que sacrificaron sus vidas para llevar el Evangelio al mundo».
Además del sacerdote italiano muerto en Brasil, el Papa también citó específicamente al padre Michael Sinnot, religioso irlandés secuestrado en Filipinas.
El padre ‘Rogério’ vivía en Manaos desde hacía dos años y era encargado de diversos proyectos, como la construcción de una escuela para niños y un centro de enseñanza de la lengua italiana. El padre Michael Sinnot, de 79 años, fue secuestrado en Filipinas el 11 de octubre pasado. El sacerdote tiene dos ‘by-pass’ y fue recientemente operado del corazón.
El Día Mundial de las Misiones, observa el Papa, es, «para cada comunidad eclesial y para cada uno, un fuerte llamado al empeño de anunciar y testimoniar el Evangelio, en particular para aquellos que aún no lo conocen». El Santo Padre agradeció a todos los misioneros y misioneras del mundo por sus empeños en la difusión de la fe cristiana y dijo que la «Iglesia existe para anunciar este mensaje de esperanza a toda la humanidad».
«También, invitó a todos los cristianos a un gesto de división material y espiritual para ayudar a las Iglesias Jóvenes de los países más pobres», instó asimismo Benedicto XVI. El Papa agradeció también a las Pontificias Obras Misioneras, por actuar en la animación y la formación misionera, y destacó el espíritu «de sacrificio y amor a Cristo y a su Iglesia» que se torna patente en el Sínodo de Obispos para el África.
El tradicional encuentro con los fieles tuvo lugar en la Plaza de San Pedro. Al final de la ceremonia, el Santo Padre se aproximó a la ventana de su oficina en el Palacio Apostólico Vaticano y, como de costumbre, saludó a los presentes en diversas lenguas.
En español, dijo: «Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de la Hermandad del Señor de los Milagros, de Roma, a los miembros de la Hermandad de la Virgen de la Amargura, de Lorca, y al grupo de jóvenes españoles y latinoamericanos que trabajan pastoralmente en la defensa de la vida. En este domingo, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones. Os invito a todos a orar por tantos sacerdotes, religiosos y laicos, que han entregado su vida a la evangelización de los pueblos. Encomiendo a la protección maternal de María Santísima, que durante este mes invocamos especialmente con el título de Nuestra Señora del Rosario, a todos los misioneros del mundo, para que no les falte nunca nuestro apoyo espiritual y material en su difícil tarea apostólica. ¡Feliz domingo!»
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