Cúcuta (Viernes, 30-11-2018, Gaudium Press) El drama de los migrantes venezolanos continúa. Un hecho que se repite cada día en la frontera con Colombia, donde voluntarios, organizaciones no gubernamentales e instituciones sin ánimo de lucro no dan abasto para atender los miles de expatriados que llegan a territorio colombiano en busca de un futuro mejor. Por eso es urgente atender sus necesidades básicas de alimentos, y medicinas.
Mons. Víctor Ochoa Cadavid, Obispo de la Diócesis colombiana de Cúcuta, fronteriza con Venezuela, en entrevista con Vatican News, se refirió a esta tragedia que enfrentan los venezolanos que han abandonado su país:
«Tenemos un drama humanitario en la frontera de Cúcuta con el hermano pueblo de Venezuela. A Cúcuta están llegando cada día al menos 45 mil personas. Hemos tenido puntas de 70 mil personas en un día, de los cuales quedan en Colombia unos cinco mil, algunos de paso a Ecuador, Perú y Chile. Otros quedan para caminar e ir a distintas ciudades de Colombia o establecerse en Cúcuta».
Comentó que la mayoría llegan a Colombia para comprar alimentos, de los cuales solo pueden adquirir pocos, debido a la devaluación alta de la moneda venezolana. Otros trabajan un par de días en Cúcuta, piden limosna o viven en la frontera para poder llevar algo a su país.
Mons. Víctor Ochoa Cadavid ha estado al frente de la atención de las necesidades de los migrantes venezolanos / Foto: FB-Diócesis de Cúcuta. |
Por eso el prelado hace un llamado urgente: «Necesitamos alimentos y necesitamos medicinas. Cada día atendemos con cuatro médicos y algunas enfermeras, las necesidades médicas de estas personas. Hay grandes necesidades, sobre todo en lo que respecta a enfermedades catastróficas como son llamadas: la hipertensión, la diabetes, cáncer, situaciones de epilepsia, entonces, hay medicinas que son fundamentales y que no se consiguen en Venezuela en este momento (…) Se necesitan médicos e insumos».
Al respecto, Mons. Ochoa Cadavid ha comentado comenta que casi a diario se distribuyen 120 kilos de medicina, y que es urgente conseguir vacunas. «Entre nosotros es una grave realidad porque hay enfermedades que habían desaparecido y que están nuevamente: tenemos la sarna, tenemos tuberculosis difusa, tenemos malaria, tenemos difteria, tenemos sífilis, tenemos lepra», indicó.
Pese a ello, la Iglesia Católica en la frontera con Venezuela no se cansa de trabajar por los migrantes. Ha estado atenta a sus necesidades desde que se dio la primera gran deportación de los colombianos en agosto de 2015, y luego con los venezolanos que desde hace más de un año comenzaron a ingresar a Colombia en busca de un mejor futuro.
Para ello, la Diócesis de Cúcuta ha habilitado la Casa de Paso «Divina Providencia», ubicado a 100 metros de la frontera. Allí se reparten entre 3600 y 5000 alimentos calientes diarios, así como el desayuno. También se cuenta con el apoyo de 8 parroquias de Cúcuta que han habilitado restaurantes, y de otras pequeñas casas de acogida, donde igualmente se ofrece alimentos a los migrantes.
«Estamos llegando a unos 8 mil almuerzos diarios con el desayuno», señaló Mons. Ochoa Cadavid.
Una labor que se ha podido realizar gracias a al apoyo de comerciantes, parroquias y familias solidarias, así como de los voluntarios. «Tenemos 500 voluntarios de grupos apostólicos y parroquias, que atienden esta emergencia», dijo el prelado.
Pero el propósito de la Diócesis de Cúcuta no es solo atender las primeras necesidades de los migrantes, sino lograr que, los que se queden, se inserten en la sociedad:
«Hemos tratado como Iglesia de favorecer la inserción, la ayuda, y sobre todo la permanencia. Como Diócesis de Cúcuta queremos trabajar también en el nuevo paso que es la formación, la preparación para la inserción de estas personas en nuestra estructura social. Hay personas muy competentes entre los venezolanos, gente buena, formada con capacidad de trabajo, con creatividad, y creo que no les faltará el espacio para insertarse».
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Con información de Vatican News.
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