Ciudad del Vaticano (Lunes, 03-12-2018, Gaudium Press) En la homilía que pronunció el viernes 30 de noviembre, Fiesta de San Andrés, Apóstol, en la Capilla da Casa Santa Marta, el Pontífice hizo a todos los cristianos la invitación para dejar de lado «aquella actitud, el pecado, el vicio» que cada uno de nosotros tiene «dentro» de sí, para ser «más coherente» y anunciar a Jesús de modo que las personas crean con nuestro testimonio.
Teniendo en mente las palabras de la carta de San Pablo que la liturgia trae en la Primera Lectura, cuando el Apóstol habla sobre cómo la fe nace de la escucha y la escucha dice respecto a la Palabra de Cristo, el Papa recordó como es «importante el anuncio del Evangelio». Perpetuó como es fundamental el anuncio de que «Cristo nos salvó, de que Cristo murió y resucitó por nosotros».
Francisco afirmó que el anuncio de Jesucristo no es llevar «una simple noticia», sino «la única gran Buena Noticia».
Después de eso el Pontífice buscó explicar, de modo rápido y simple, lo que significa el anuncio.
¿Qué es el Anuncio?
No es un trabajo de publicidad, no es hacer propaganda para una persona muy buena, que hizo el bien, curó a tantas personas y nos enseñó cosas bellas.
El anuncio no es propaganda ni marketing: va mucho más allá de eso, es más que eso: Es antes que todo ser enviado.
Es ser enviado «a la misión», haciendo entrar «en juego la propia vida».
Para el Papa, el apóstol, el enviado que «lleva el anuncio de Jesucristo, lo hace con la condición de poner en juego la propia vida, el propio tiempo, los propios intereses, la propia carne». Anunciar es dar testimonio, arriesgar la vida… Anunciar a Jesucristo con el testimonio. Testimoniar significa colocar en juego la propia vida. Hago aquello que digo.
Anuncio y testimonio – Dios Padre envía al Hijo
La palabra, «para ser anuncio», debe ser testimonio. Por eso, Francisco habla de «escándalo» a propósito de los cristianos que dicen serlo y después viven «como paganos, como no creyentes», como si no tuviesen «fe».
De ahí viene la afirmación del Papa hecha a través de una invitación a la «coherencia entre la palabra y la propia vida: eso se llama testimonio».
Explica Francisco que el apóstol, el anunciador, «aquel que lleva la Palabra de Dios, es un testigo», que coloca en juego la propia vida «hasta el fin», y es «también un mártir».
De otro lado, afirma que fue Dios Padre que, para «hacerse conocer», envió a «su Hijo en carne, arriesgando la propia vida».
Un hecho que «escandalizaba así tanto y continúa escandalizando», porque Dios se hizo «uno de nosotros», en un viaje «con pasaje solamente de ida». El diablo intentó convencerlo a tomar otra estrada, y Él no quiso, hizo la voluntad del Padre hasta el fin.
El Verdadero Anuncio de Cristo
El anuncio de Cristo debe caminar por la misma estrada: el testimonio. Porque Cristo fue testigo del Padre hecho carne.
Y nosotros debemos hacernos carne, esto es, hacernos testigos: hacer aquello que decimos. Y eso es el anuncio de Cristo.
Los mártires son aquellos que demuestran que el anuncio fue verdadero. Hombres y mujeres que dieron la vida – los apóstoles dieron la vida – con la sangre; pero también tantos hombres y mujeres escondidos en nuestra sociedad y nuestras familias, que dan testimonio de Jesucristo todos los días, en silencio, con la propia vida, con la coherencia de practicar aquello que dicen.
El Bautismo y la «misión» de anunciar a Cristo
El Papa recordó que todos nosotros, con el Bautismo, asumimos «la misión» de anunciar a Cristo», viviendo como Jesús «nos enseñó a vivir», «en armonía con aquello que predicamos». Así, el anuncio será «fructuoso».
Si, envés de eso, vivimos «sin coherencia», «diciendo una cosa y haciendo lo contrario», el resultado será el escándalo.
Y el escándalo de los cristianos, concluyó, hace mucho mal «al pueblo de Dios». (JSG)
(De la Redacción Gaudium Press, con informaciones Vatican News)
Deje su Comentario