Sevilla (Martes, 04-12-2018, Gaudium Press) La solemnidad de la Inmaculada Concepción es «la más hermosa tradición de Sevilla», esto es lo que ha afirmado Mons. Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla en su más reciente carta pastoral, que ha presentado con motivo de la fiesta mariana que tendrá lugar el 8 de diciembre. El prelado ha recordado cómo esta conmemoración ya se vivía en la ciudad española siglos antes que el Papa Pío IX declarase el de la Inmaculada Concepción en el año 1854.
«Sevilla, que venía celebrando la fiesta de la Inmaculada desde 1369, no queda a la zaga en la defensa del privilegio concepcionista. El fervor por ‘la pura y limpia’ crece incesantemente a partir del Renacimiento. En su honor se erigen cofradías, se celebran fiestas religiosas y salen a la luz numerosas publicaciones», señala el Arzobispo.
La Inmaculada con el Padre Eterno, obra de Bartolomé Esteban Murillo / Foto: Gaudium Press. |
Recuerda que fue en septiembre del año 1613, en la fiesta de la Natividad de María, cuando sucedió en Sevilla lo que se ha llamado como «el estallido inmaculista», cuando el Padre Diego de Molina, entonces prior del Convento de Regina Angelorum, expresó alguna duda sobre la inmaculada concepción de la Virgen.
«La reacción no se hizo esperar. El pueblo sencillo, que desde antiguo veneraba la purísima Concepción de la Santísima Virgen, mostró con vehemencia su oposición. Las órdenes religiosas más proclives al dogma de la Purísima, especialmente franciscanos y jesuitas, con el apoyo del arzobispo don Pedro de Castro y Quiñones, alentaron manifestaciones populares, desagravios, concursos de poesía, novenas, funciones solemnes, procesiones, rondas nocturnas cantando coplas alusivas, ediciones de pasquines y hojas volanderas en las que podían leerse letrillas de claro gracejo sevillano», expone Mons. Asenjo.
Explica que a raíz de la conmoción popular provocada, el entonces Arzobispo envió a Roma, en el año 1615, una legación para solicitar se reafirmase la doctrina de la Inmaculada, incluso, la definición del dogma. Una respuesta que llegó en 1617 cuando Pablo V, mediante bula papal, reafirmó la doctrina inmaculista, sin definir el dogma.
La definición del dogma de la concepción inmaculada de María llegó con Pío IX el 8 de diciembre de 1854, por medio de la bula ‘Ineffabilis Deus’, donde se señala que por gracia especial de Dios, María fue preservada de todo pecado desde su concepción. (Ver nota anterior: Con esta pluma se firmó la Bula de proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción).
Para el Arzobispo de Sevilla, la Concepción Inmaculada de María «es una de las obras maestras de la Santísima Trinidad», puesto que «en la plenitud de los tiempos, Dios Padre prepara una madre para su Hijo, que se va encarnar para nuestra salvación por obra del Espíritu Santo. Y piensa en una mujer que no tenga parte con el pecado, no contaminada por la mancha original, limpia y santa».
Por esta razón, el prelado llama a los sevillanos a mantener y acrecentar la devoción a la Inmaculada, «creciendo cada día en amor a la Virgen, imitándola en su pureza de corazón y en su alejamiento del pecado, conociendo e imitando sus virtudes, poniéndola en el centro de nuestro corazón y de nuestra vida cristiana, e invocándola como medianera de todas las gracias necesarias para ser fieles».
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Con información de la Archidiócesis de Sevilla.
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