domingo, 24 de noviembre de 2024
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Debemos siempre aprender a orar, exhorta el Papa

Ciudad del Vaticano (Jueves, 06-12-2018, Gaudium Press) En la Audiencia General de este miércoles 05, realizada en la Sala vaticana Pablo VI, el Papa Francisco inició una serie de catequesis sobre la Oración del Señor.

«Los Evangelios nos ofrecieron retratos muy vívidos de Jesús como un hombre de oración. A pesar de la urgencia de su misión y la urgencia de tantas personas que lo solicitaban, Jesús siente la necesidad de aislarse en la soledad y orar», afirmó el Santo Padre.

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El Pontífice continuó la reflexión explicando que «el Evangelio de Marcos nos trae ese detalle desde la primera página del ministerio público de Jesús (cf. 1: 35). El día inaugural de Jesús en Cafarnaúm había terminado triunfalmente. Cuando el sol se pone, multitudes de enfermos llegan a la puerta del lugar donde Jesús estaba: el Mesías predicaba y curaba. Se cumplían así antiguas profecías y las expectativas de muchas personas que sufrían: Jesús es el Dios que está cerca de nosotros, el Dios que libera. Pero esa multitud todavía es pequeña si es comparada a las muchas otras que se reunirían en torno al profeta de Nazaret».

«Jesús se desapega de aquello; no se permite quedar rehén de las expectativas de aquellos que ahora lo eligieron como líder. Desde la primera noche de Cafarnaúm, él prueba ser un Mesías original. En la última vigilia de la noche, cuando la aurora es anunciada, los discípulos todavía lo buscan, pero no consiguen encontrarlo. Hasta que Pedro finalmente lo encuentra en un lugar aislado, completamente absorto en oración. Él dice a Jesús: ‘¡Todos te buscan!’ (Mc 1:37). La exclamación parece ser la cláusula específica para un éxito plebiscitario, la prueba del éxito de una misión», resaltó.

Según el Papa Francisco, Nuestro Señor sorprendió a sus discípulos al decir que debería ir para otro lugar. «No son las personas que lo buscan, sino Él es quien, antes que más nada, está a la búsqueda de los demás. Por tanto, no debe crear raíces, sino permanecer continuamente peregrino en las calles de Galilea. Todo eso sucede en una noche de oración».

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El Santo Padre destacó también que algunas páginas de las Sagradas Escrituras nos dejan entrever que es la oración de Jesús, que gobierna todo en su vida, y que esto se dio de forma especial en la noche del Getsemaní. «La última parte del camino de Jesús (definitivamente el trecho más difícil de toda su caminata hasta entonces) parece encontrar su significado en la escucha continua que Jesús da al Padre. Aquella seguramente, no fue una oración fácil, fue una verdadera ‘agonía’, en el sentido del agonismo de los atletas, y además una oración capaz de sustentar el camino de la cruz. Aquí está el punto esencial: Jesús oró».

Prosiguiendo su reflexión, el Sumo Pontífice explicó que «Jesús oró intensamente en momentos públicos, compartiendo la liturgia de su pueblo, pero él también buscó por lugares recogidos, separados del torbellino del mundo, lugares que permitieron que él descendiese hasta el secreto de su alma: él es el profeta que conoce las piedras del desierto y sube hasta la cumbre de las montañas. Las últimas palabras de Jesús, antes de su último suspiro en la cruz, son palabras tomadas de los salmos. Jesús oró como oraban todos los hombres del mundo. Entretanto, en su manera de rezar, había también un misterio envuelto, algo que ciertamente no escapó a los ojos de sus discípulos, pues en los evangelios encontramos un pedido sumamente simple e inmediato de parte de ellos: ‘Señor, enséñanos a orar’ (Lc 11,1)».

«Y Jesús no se niega, él no es celoso de su intimidad con el Padre, sino él vino seguro a introducirnos en este relacionamiento. Y así él se torna un maestro de oración para sus discípulos y, con certeza, quiere ser para todos nosotros», enseñó.

Finalizando su catequesis, el Papa Francisco hizo la siguiente advertencia a los fieles. «¡Incluso si ya hemos orado por muchos años, debemos siempre aprender a orar! La oración del hombre, este anhelo que nace tan naturalmente de su alma, es tal vez uno de los más profundos misterios del universo. Y ni siquiera sabemos si las oraciones que dirigimos a Dios son, en verdad, aquellas que Él desea oír. También la Biblia nos da testimonio de oraciones inoportunas, que al final son rechazadas por Dios: basta recordar la parábola del fariseo y el publicano. Es este último retorna del templo para casa justificado, ‘porque quien sea exaltado, será humillado, pero quien se humilla será exaltado'».

«Por tanto, comenzando este ciclo de catequesis sobre la oración de Jesús, la cosa más linda y más correcta que todos debemos hacer es repetir la invocación de los discípulos: «¡Maestro, enséñanos a orar!». Él ciertamente no permitirá que esta oración caiga en el vacío», concluyó. (EPC)

 

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