domingo, 24 de noviembre de 2024
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Cardenal Cipriani preside ordenación sacerdotal y diaconal en Lima

Lima (Miércoles, 12-12-2018, Gaudium Press) El pasado sábado 08 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani, presidió la ordenación de cuatro sacerdotes y dos diáconos para la Arquidiócesis de Lima.

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En su homilía, el purpurado recomendó a los sacerdotes que «mantengan un corazón apasionado, que hace una elección para toda la vida. Sean laboriosos, hay tanto trabajo que vale la pena esforzarnos todos los días para trabajar por el Señor».

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Recordó también a los nuevos sacerdotes y diáconos que sus vocaciones son un don dado por Dios. «Todo es don, don es donación, presente; Jesús todos los días toma la iniciativa y te dice de manera especial, te quiero, estoy contigo, que quieres, pero tengamos Fe, y si podemos hablar de una crisis en la Iglesia es una crisis de Fe. Creo Señor en la confesión, creo Señor en la oración, creo, espero en ti y eso es una señal de humildad, rezar, rezar. Esa Fe con obras que me lleve a ser siempre muy sincero, a ser obediente, a ser alegre, a tener el corazón limpio, apasionado».

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El Primado de Perú exhortó a los neo-sacerdotes a que cuiden de los sacramentos haciendo que más fieles se aproximen a Cristo. «De forma especial les diría, amor a la Eucaristía y la reconciliación, y me digo a mí mismo, si celebro la Misa con piedad, ¿cuánta gente se aproximaría más a la Iglesia, si me dedico muchas horas al confesionario, con misericordia, paciencia, cuántas almas esperan con urgencia que los sacerdotes dediquen muchas horas en el confesionario? Predicar la palabra de Dios después de meditarla y vivirla, predicar con brevedad».

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Concluyendo su homilía, el Cardenal Cipriani evocó las palabras del Papa Francisco incentivando a que no se tenga miedo de buscar la Santidad en su sacerdocio. «En nuestra vida como sacerdote y diáconos se puede tener con frecuencia una tentación, quedar encerrados por miedo o comodidad, cerrarse en sí mismos, en nuestros propios ámbitos, pero Jesús nos dice: Sal de ti mismo, es un viaje que no tiene pasaje de vuelta, es un emprender un éxodo de nuestro yo, de perder la vida por Él siguiendo el camino de la entrega de sí mismo, por eso a Jesús no le gustan los medios caminos, las puertas entreabiertas, las vidas de dos vías. Jesús pide colocarse en el camino rápido, renunciando a las propias seguridades, anclados únicamente en Cristo». (EPC)

 

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