martes, 11 de noviembre de 2025
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¿“Alguna cosa está pasando en la Iglesia de Francia”? Sí, de muy bueno

Comentando el análisis de Jean-Marie Guénois en Le Figaro.

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Santuario de Lourdes

Redacción (11/11/2025 11:48, Gaudium Press) Recoge Jean-Marie Guénois en su inteligente nota (las notas del encargado de la fuente religiosa en Le Figaro son siempre inteligentes), el agrado con el que está siendo recibido el gobierno del nuevo presidente de la Conferencia Episcopal francesa, el Cardenal Arzobispo de Marsella Aveline. “Nuevo”, porque fue elegido como tal en la asamblea general de primavera, (para un período de tres años, renovable una vez) y quien ahora recoge los buenos comentarios de sus hermanos durante la asamblea de otoño, que inició el 4 de noviembre pasado.

Él sabe actuar. Inteligente, por veces astuto, él conduce la asamblea con tacto y finura”, dice un prelado. “Es muy atento y muy informado”, afirma otro. “Hace gala de un verdadero carisma”, asegura otro de más allá.

Pero los comentarios no se quedan solo en elogios de la persona del purpurado, sino que conducen a la afirmación de Guénois, de que se siente que “la Iglesia de Francia tiene un capitán”, que algunos podrían tener la impresión de ser “bergogliano” en demasía, pero eso sería “mal conocer a este teólogo de alto vuelo, tan marcado por Juan Pablo II cuanto por Benedicto XVI”, y que “ha entrado en el top 5 de los cardenales, entre 120, que han recibido un número significativo de votos a su nombre” en el último cónclave.

Pero si un gobierno bien recibido y acreditado es siempre un excelente impulso a cualquier asociación, en el caso de la Iglesia en Francia ese buen ambiente es adobado también por los datos incontestables de la renovación espiritual que está teniendo lugar entre muchos jóvenes: si hay un despertar para el catolicismo entre muchos jóvenes, el barco tiene futuro. “Y es el Cardenal Aveline quien carga con la pesada responsabilidad de mantener el rumbo en tiempos que prometen ser difíciles, tanto a nivel eclesial, social como político”, dice Guenois.

“Desacreditada por los escándalos de abuso sexual -continúa el redactor en jefe, la Iglesia católica está perdiendo terreno en Francia tanto en número de fieles como de sacerdotes. Además, parece dividida en muchos temas, incluyendo la liturgia y la política. Si bien se la respeta por la humilde dignidad que ha demostrado durante la última década, incluso en medio de los escándalos sexuales, algo se ha roto. En cuanto a la ola de abusos que resurge del pasado en numerosos internados católicos, no muestra señales de amainar. La lucha contra estos abusos está siendo liderada firmemente por la jerarquía, pero esto no significa que no habrá más escándalos.”

Entretanto, el periodista de Le Figaro constata que no todo es lluvia sucia, sino que también “la Iglesia en Francia es reconocida por la constancia de su servicio religioso diario a los creyentes, por su ayuda caritativa a los más pobres de la sociedad y por la labor educativa de una escuela católica abierta a todos”. Y ahora, generando buenas sonrisas y entusiasmo, la “repentina afluencia de jóvenes adultos que buscan el bautismo”, hecho innegable del que aún no se tiene una explicación que convenza a todos, y que “sigue intrigando a una sociedad que lucha por imaginar tal despertar espiritual, como quedó patente una vez más en el Congreso de Misiones celebrado el pasado fin de semana en París”.

Los jóvenes en Francia… algo en sus caras, en conexión con un pasado identitario, católico, algo que no pasó desapercibido para el Cardenal Secretario de Estado Parolin, cuando con ocasión del jubileo de los jóvenes en Roma, el verano pasado, soltó una frase picante, como varias de las suyas, de ojo aguzado diplomático: “Alguna cosa está pasando en la Iglesia de Francia”.

Los tiempos de un Richelieu o un Mazarino, de obispos príncipes brillantes en su prestigio y su poder, están más que encondidos en los anaqueles de los libros de historia, y hoy, en uno de los países más laicizados del mundo, la jerarquía de la Iglesia vive ‘con lo justo’, los prelados “como los sacerdotes, [están] vestidos con sencillez y viajan modestamente. La Iglesia de Francia es así la más modesta de todos los países occidentales, en los que la legislación, no laica, aseguran a las Iglesias un tren de vida netamente superior”.

Sin embargo, “tras haber afrontado considerables desafíos en los últimos años, su personal parece haber recuperado el entusiasmo esta primavera con el aumento de bautizos de jóvenes. El arzobispo Laurent Ulrich de París lo confirma: «Cuando yo era un joven sacerdote, veía uno o dos bautizos de adultos o adolescentes al año en mi diócesis. ¡Hoy vemos mil!». Estos jóvenes bautizados, inscritos en parroquias, pronto superarán en número a la generación de católicos de las nuevas comunidades de la década de 1990”.

“Es el fin del declinio; cuando se ha tocado fondo, se sube”, dice Mons. Frank Javary, joven obispo de Châlons-en-Champagne.

Pero un resurgimiento, necesita unas líneas-guía, y sobre ese punto se le preguntó al Cardenal Aveline:

La primera sería la de una “Iglesia en su lugar”, dijo. La Iglesia no es una institución como cualquier otra sino un “misterio”. “Su mensaje no es el resultado democrático de sus miembros”, “es una acción que Dios mismo realiza para la salvación del mundo”. La segunda prioridad es la “comunión”, es decir, “la unidad de la Iglesia” y el servicio por la “paz en el mundo” y “en la sociedad”. La tercera y última prioridad es la “libertad”: “La Iglesia”, declaró, “debe conservar su libertad de expresión, en el momento oportuno y en el inoportuno, para manifestar su opinión cuando discrepa o cuando tiene algo que decir a causa del Evangelio”. Ciertamente, “la Iglesia no tiene adversario, pero tiene un mensaje, y debe transmitirlo, sea fácil o difícil”. Especialmente en el “próximo período electoral, cuando la libertad será necesaria para no dejarse influir por las ideas dominantes”.

El arzobispo de Marsella ha tenido sus palabras para “ciertos populismos que se han convertido en amenazantes”: “Si bien el deseo de identidad es perfectamente legítimo, el extremismo identitario es una caricatura peligrosa del mismo”.

Luchas, problemas, esperanzas, realidades nuevas esperanzadoras, desafíos: lo que ocurra en la hija primogénita de la Iglesia siempre intereserá, y tendrá repercusiones en el mundo entero. (SCM)

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