Hoy salió el primer volumen del diario del Cardenal australiano, escrito cuando estaba injustamente en prisión.
Redacción (15/12/2020 14:59, Gaudium Press) Hoy ha salido a la venta el primer volumen del esperado “Prison Journal” del Cardenal George Pell, diario escrito en sus días de prisión, cuando estuvo confinado en una cárcel por falsas acusaciones de abuso sexual.
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El primer tomo que ahora sale a la luz, de 350 páginas, y publicado por la Ignatius Press, corresponde a los 5 primeros meses pasados en su celda de aislamiento, en la Prisión de Evaluación de Melbourne.
Allí, se le permitía recibir el sol media hora al día, no podía oficiar misa y solo la veía por televisión cada domingo. Convivía en la misma zona con asesinos y terroristas, algunos de ellos musulmanes, de quienes escuchaba tanto oraciones como gritos.
Solo recibía visitas dos veces por semana, y cada tanto una religiosa le llevaba la comunión.
Sin embargo, la natural tristeza que podía sentir no se refleja en el diario, en el que trata los más variados temas.
Sandro Magister ha publicado algunos trechos de esta obra, en su blog Settimo Cielo, de los que reproducimos algunos pasajes. Los subtítulos son nuestros:
La historia de Jude Chen
Mi enfoque [sobre el sufrimiento] es más similar al del abuelo de Jude Chen, […] quien invocaba a Dios a partir de los pequeños problemas, porque sin ellos habría sido orgulloso y gracias a ellos quería evitar problemas más grandes. […]
Mi tiempo en prisión no es un picnic, pero se convierte en un período de vacaciones si se lo compara con otras experiencias de prisiones. Mi buen amigo Jude Chen, originario de Shanghai y ahora residente en Canadá, me ha escrito sobre la prisión que padeció su familia bajo el régimen de los comunistas chinos.
En 1958 el hermano de Jude, Paul, un seminarista, y la hermana Sophie, estudiante de secundaria, fueron encarcelados por ser católicos y pasaron treinta años en dos prisiones diferentes, para Sophie en el frío de China septentrional. A la familia se le concedió una visita al mes de quince minutos, cuando estaban en una prisión de Shangahi, y una carta de cien palabras al mes en el lapso de tres décadas.
Al abuelo de Giuda, Simon, que era rico y había construido una iglesia parroquial dedicada a la Santísima Trinidad, le confiscaron todos sus bienes. Jude lo amaba y ambos vivieron en la misma casa durante nueve años hasta la muerte del anciano. Jude cuenta que cuando le preguntaban sobre su propiedad confiscada, él respondía: “Todo vino de Dios y será restituido a Dios”.
Los Guardias Rojos irrumpen en el hogar paterno
Después del comienzo de la Revolución Cultural en la primavera de 1966, los Guardias Rojos irrumpieron en su casa y se decepcionaron al descubrir que el abuelo Simon había muerto. En consecuencia, destruyeron su tumba, saquearon la casa y obligaron a la madre de Jude a quemar todos sus objetos religiosos. El padre de Jude fue despedido como docente y rebajado a portero.
A los once años y en la escuela primaria, Jude fue obligado a confesar a sus cuarenta compañeros de clase que era un criminal de una familia criminal. Recuerda también a su maestro que decía a sus compañeros se mantuvieran lejos de él.
A los diecisiete años, el mismo Jude fue enviado durante ochos años a un campo de trabajo en un suburbio de Shanghai. Mientras estaba por partir, sus padres le dieron esta instrucción: “Jude, no conserves odio en tu corazón, sino solamente amor”. Este es el combustible sagrado que da fuerza a la Iglesia.
Las peligrosas interpretationes de Amoris Laetitia
La fidelidad a Cristo y a su enseñanza permanece indispensable para algún catolicismo fructífero, para algún despertar religioso. Este es el motivo por el que las “aprobadas” interpretaciones argentina y maltesa de “Amoris laetitia” son tan peligrosas: van contra la enseñanza del Señor sobre el adulterio y la enseñanza de san Pablo sobre las disposiciones necesarias para recibir adecuadamente la Santa Comunión. […]
En los dos Sínodos sobre la Familia, algunos voces proclamaron en voz alta que la Iglesia era un hospital de campaña o un puerto de refugio. Pero ésta es solamente una imagen de la Iglesia y está muy lejos de ser la más adecuada o relevante, porque ante todo la Iglesia debe mostrar cómo no enfermarse y como escapar a los naufragios, y aquí los mandamientos son esenciales. Jesús mismo enseñó: “Si ustedes cumplen mis mandamientos permanecerán en mi amor” (Jn 15, 10).
(En una nota editorial a pie de página, respecto a las interpretaciones de “Amoris laetitia”, se explica que “líneamientos pastorales” que “permitían recibir la Comunión en ciertas circunstancias a los católicos divorciados que se habían vuelto a casar” fueron publicadas en Argentina y en Malta, y “el papa Francisco aprobó los lineamientos de Buenos Aires en una carta a los obispos de la región en setiembre de 2016”, mientras que “la publicación de los lineamientos malteses en ‘L’Osservatore Romano’, el diario de la Santa Sede, en enero de 2017 fue vista también por algunos como una aprobación oficial de esos lineamientos”).
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