Ángelus del Papa: Dios hizo de la cruz, instrumento de muerte, un instrumento de vida

En el Ángelus, el Papa explicó el significado de la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, celebrada este domingo 14 de septiembre.

Foto: Vatican Media

Redacción (14/09/2025 11:42, Gaudium Press) «¿Qué significa para nosotros hoy celebrar la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz?», preguntó el Papa León XIV desde la ventana del palacio pontificio este domingo 14 de septiembre, día en el que, según la tradición, «Santa Elena encontró el madero de la cruz en Jerusalén en el siglo IV».

Para responder a esta pregunta, el Sumo Pontífice se basó en las lecturas bíblicas del día, comenzando por el relato evangélico del encuentro de Jesús con Nicodemo.

Nicodemo, «uno de los líderes judíos, persona recta y de mente abierta (cf. Jn 7,50-51)», sale al encuentro de Jesús durante la noche. «Necesita luz, guía: busca a Dios y pide ayuda al Maestro de Nazaret, porque reconoce en él a un profeta», explica el Sumo Pontífice, y «el Señor lo acoge, lo escucha y, al final, le revela que el Hijo del Hombre debe ser exaltado, ‘para que todo el que crea en él tenga vida eterna’ (Jn 3,15). Palabras que no comprendió del todo al principio, pero que cobrarían sentido después de la crucifixión», dice el Papa. Cristo nos salvó mediante la cruz.

Jesús le recuerda a Nicodemo el episodio del Antiguo Testamento que narra cómo los israelitas, atacados por serpientes venenosas en el desierto, se salvaron “al contemplar la serpiente de bronce que Moisés, obedeciendo el mandato de Dios, había colocado en un asta», y luego añade que Dios «amó tanto al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna».

El Papa continúa: «Dios nos salvó revelándose a nosotros, ofreciéndose como compañero, maestro, médico, amigo, hasta convertirse para nosotros en el Pan partido de la Eucaristía. Y para realizar esta obra, utilizó uno de los instrumentos de muerte más crueles que el hombre haya inventado: la cruz».

Celebrar la exaltación de la cruz es, por tanto, recordar el inmenso amor con el que Dios abrazó la cruz «para nuestra salvación», transformándola de instrumento de muerte en instrumento de vida, enseñando que nada puede separarnos de Él y que su caridad es mayor que nuestro propio pecado.

Por último, León XIV invitó a los fieles a orar, «por intercesión de María», para que «el amor» de Cristo «que salva arraigue y crezca en nosotros, y sepamos donarnos los unos a los otros, como Él se donó totalmente a todos».