Ayer domingo 6 de julio, en su discurso previo al rezo del Ángelus, el Santo Padre invocó a la Virgen María para que interceda por nosotros y nos acompañe en el camino del seguimiento del Señor, para que también nosotros seamos trabajadores gozosos del Reino de Dios.
Foto: Vatican News
Redacción (07/07/2025, Gaudium Press) Antes de rezar el Ángelus por última vez en el palacio apostólico y partir hacia Castelgandolfo, para dos semanas de descanso, el Papa León XIV se dirigió a los fieles, haciendo referencia al Evangelio dominical de San Lucas, en el que Jesús envía a sus discípulos de dos en dos hacia la misión (Lc 10,1-12.17-20). Setenta y dos, un número simbólico que «indica cómo la esperanza del Evangelio está destinada a todos los pueblos», enfatizó el Pontífice: «tal es la amplitud del corazón de Dios, tal es su abundante cosecha, es decir, la obra que realiza en el mundo para que todos sus hijos sean tocados por su amor y se salven».
Jesús especifica que la cosecha es abundante y pide oración para enviar obreros. «Por un lado, Dios, como un sembrador, salió generosamente al mundo a sembrar y puso en el corazón del hombre y en la historia el deseo de infinito, de una vida plena, de una salvación que lo libere. Por eso la cosecha es abundante», comentó León XIV. Por otro lado, «son raros los obreros que van a trabajar en el campo sembrado por el Señor y que, incluso antes, son capaces de reconocer, con los ojos de Jesús, el buen grano listo para la cosecha».
Dios quiere hacer algo grande en nuestras vidas
Sin embargo, reconocer el buen grano sembrado nos permite comprender cuánto Dios desea obrar algo grande en nuestras vidas y en la historia de la humanidad. El Papa explicó entonces el significado de la misión: «La Iglesia y el mundo no necesitan personas que cumplan sus deberes religiosos exhibiendo su fe como una etiqueta externa; necesitan, más bien, obreros dispuestos a trabajar en el campo de la misión, discípulos apasionados que den testimonio del Reino de Dios dondequiera que estén».
Añadió que no faltan los «cristianos ocasionales» que, ocasionalmente, se dejan llevar por algún sentimiento religioso o participan en algún evento; pero pocos son los que están dispuestos a trabajar cada día en el campo de Dios, cultivando la semilla del Evangelio en sus corazones y llevándola luego a su vida diaria, a sus familias, a sus lugares de trabajo y estudio, a los diversos entornos sociales y a los necesitados. Para llevar a cabo esta misión, León XIV explicó que «no es necesario tener muchas ideas teóricas sobre conceptos pastorales; es necesario, sobre todo, rezar al Dueño de la mies». La relación con el Señor, cultivando el diálogo con Él, es por tanto fundamental, explicó finalmente el Papa. «Él nos hará entonces sus obreros y nos enviará al mundo como testigos de su Reino».
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