El Papa León XIV canonizó a San Ignacio Maloyan, arzobispo armenio mártir, recordando al mundo la fe de un país que fue el primero en abrazar oficialmente el cristianismo.

Foto: Asia News
Redacción (12/11/2025 11:17, Gaudium Press) Armenia, nación antigua que ha vivido el cristianismo desde sus primeros siglos. Ubicada entre montañas y valles en la región del Cáucaso, fue el primer país en declarar el cristianismo como religión oficial en el año 301 d.C., mucho antes del Imperio Romano. Desde entonces, su historia ha estado marcada por la cruz, la fe y el martirio.
En estos días, Armenia volvió a ser noticia en el mundo católico: el Papa León XIV ha canonizado recientemente a un nuevo santo armenio, recordándonos que la fe de este pequeño pueblo sigue viva y fecunda, incluso en medio de las pruebas.
A continuación, te presentamos diez datos fascinantes sobre Armenia, su fe milenaria y sus testigos heroicos, que siguen inspirando al mundo entero.
San Ignacio Maloyan: el nuevo santo armenio
“¡Moriremos, pero moriremos por Cristo!” Ignacio Maloyan (1869–1915) fue arzobispo de la Diócesis Católica Armenia de Mardin, en la actual Turquía. Durante el genocidio armenio, fue arrestado junto con 400 de sus feligreses y ejecutado por negarse a renunciar a su fe.
Su martirio —reconocido oficialmente por la Iglesia— representa la fidelidad de todo un pueblo que prefirió la muerte antes que negar a Cristo. Con su canonización, Armenia ofrece al mundo un nuevo ejemplo de heroísmo cristiano.
El Monte Ararat: la montaña del Arca de Noé
Según la tradición bíblica, fue en las alturas del Monte Ararat donde el Arca de Noé se posó después del Diluvio (Génesis 8,4).
Mencionado también en 2 Reyes 19,37, Jeremías 51,27 e Isaías 37,38, este monte sagrado se alza como un símbolo de esperanza, renacimiento y alianza.
Aunque hoy pertenece al territorio de Turquía, el Ararat sigue siendo un emblema nacional y espiritual de Armenia, visible incluso desde su capital, Ereván.
Tierra de raíces apostólicas
Armenia recibió el Evangelio directamente de dos de los Doce Apóstoles: San Judas Tadeo y San Bartolomé. Ambos predicaron y derramaron su sangre en estas tierras, dejando un legado permanente. Por eso, la Iglesia Apostólica Armenia —y su rama católica— pueden decir con orgullo que su fe es apostólica en origen y martirial en testimonio.
La primera nación cristiana de la historia
En el año 301 d.C., el rey Tirídates III — llamado el Grande, santo y fundador de la Iglesia armenia —proclamó el cristianismo como religión oficial de Armenia, gracias a la predicación de San Gregorio el Iluminador.
Fue un cambio decisivo, un reino pagano se transformó en un pueblo consagrado a Cristo. San Juan Pablo II lo expresó con profunda belleza durante su visita a Ereván en 2001: “Cuando, por la predicación de san Gregorio, el rey Tirídates III se convirtió, una nueva luz brilló en la larga historia del pueblo armenio. La fe cristiana arraigó de modo permanente en esta tierra, situada en torno al monte Ararat”.
Echmiadzin: la primera catedral del mundo
Antes de que Roma tuviera San Pedro o Constantinopla su Santa Sofía, Armenia ya había levantado la Santa Catedral de Echmiadzin. Construida en el siglo IV, es considerada la primera catedral cristiana del planeta.
Su nombre significa el lugar donde descendió el Unigénito, aludiendo a una visión en la que Cristo señaló el sitio exacto donde debía erigirse el templo. Hasta hoy sigue siendo el corazón espiritual del cristianismo armenio.
San Gregorio de Narek: el poeta del alma
San Gregorio de Narek (siglo X), monje, teólogo y místico, es uno de los 38 Doctores de la Iglesia. Su obra Libro de las Lamentaciones es una joya espiritual que combina poesía, teología y contemplación. En sus páginas, el alma se dirige a Dios con una ternura y profundidad que trascienden el tiempo.
Fue proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa Francisco en 2015, y su figura recuerda al mundo la belleza mística del Oriente cristiano.
El cardenal Gregorio Pedro XV Agagianian: incorrupto y Siervo de Dios
En 2024, Roma fue testigo de un hecho extraordinario: al exhumar el cuerpo del cardenal Gregorio Pedro XV Agagianian, se descubrió que permanecía incorrupto.
Este eminente pastor armenio fue prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y uno de los grandes candidatos al papado en los cónclaves que eligieron a San Juan XXIII y San Pablo VI.
En vida escribió: “Son una constelación de almas hermosas —radiantes en su ejemplo, poderosas en su intercesión—… todos testigos de la santidad de la Iglesia: una santidad siempre fecunda, cada vez más fecunda.”
Hoy, su causa de beatificación continúa, y muchos lo consideran un santo en potencia para el siglo XXI.
La fe que resistió el genocidio
El siglo XX comenzó con sangre para Armenia. En 1915, el Imperio otomano llevó a cabo el primer genocidio moderno, exterminando a más de un millón de armenios cristianos.
Pese al horror, la Iglesia no desapareció. Los descendientes de los mártires conservaron la fe, reconstruyeron templos y siguieron transmitiendo el Evangelio.
El drama actual de Artsaj
El sufrimiento del pueblo armenio no es solo pasado. En 2023, Azerbaiyán ejecutó una limpieza étnica contra los 120.000 cristianos armenios de Artsaj (Nagorno-Karabaj), forzándolos al exilio. Según un informe de 2025, alrededor de 80 personas siguen desaparecidas y 23 permanecen cautivas.
Ante esta tragedia, el Papa Francisco exhortó: “Podrían decir, ‘nuestra Iglesia no es numerosa’. Pero recordemos que a Dios le encanta hacer maravillas con los que son pequeños”.
Una pequeña nación llena de fe
De las montañas del Ararat al corazón de Roma, Armenia sigue siendo un símbolo de fidelidad, luz y esperanza.
Sus santos, mártires y doctores nos recuerdan que la santidad no depende del tamaño de un país, sino de la profundidad de su amor por Cristo.
La próxima vez que reces por la Iglesia universal, recuerda a Armenia:
esa pequeña nación donde la historia del cristianismo empezó a brillar con una intensidad que ni el tiempo ni la persecución han podido apagar
Armenia, con su historia, sigue ofreciendo al mundo testigos de esperanza. Desde las cumbres del Ararat hasta los altares de Roma, su voz resuena: Cristo sigue vivo en su pueblo. Hoy, al celebrar a San Ignacio Maloyan, la Iglesia entera se une a esta pequeña nación para proclamar que la fe no muere, sino que renace una y otra vez en el corazón de quienes aman hasta el final.
Con información de ChurchPop





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