Expulsado de Japón en 1614, el Beato Justus Takayama murió de una enfermedad en Filipinas.
Redacción (18/01/2024, Gaudium Press) Si el Bienaventurado Justus Takayama Ukon (1552-1614), llamado el “Samurái de Cristo” es canonizado, se convertirá en el primer samurái japonés en ser declarado santo. El Vaticano lleva a cabo actualmente las investigaciones sobre los milagros asociados a la intercesión del bienaventurado mártir japonés.
El 21 de diciembre del año pasado, el cardenal Tomás de Aquino Manyo Maeda, Arzobispo de Osaka, Japón, presidió una misa en la catedral de Manila para conmemorar el 409º aniversario de la llegada del Beato Justus Ukon Takayama. Esta celebración se organizó en el marco de una peregrinación realizada del 18 al 22 de diciembre por el arzobispo, de 74 años, junto con otros 30 católicos japoneses tras las huellas del beato, en la tierra de exilio donde este último finalizó su vida.
En esta ocasión, sin dar detalles, el Cardenal Maeda dijo que “debemos rezar para que las investigaciones sobre los milagros de Ukon sean completadas, aprobadas y que sea canonizado al menos el próximo año o el siguiente”.
Una figura excepcional entre los 42 santos y 393 beatos de la Iglesia en Japón
Takayama Ukon es una figura especial. Laico, político y militar, señor feudal y samurái, beatificado el 7 de febrero de 2017 en Osaka, eligió seguir a Cristo renunciando a la nobleza y a las riquezas. Proveniente de una familia de señores feudales, se convirtió al cristianismo a los 12 años, siguiendo los pasos de su padre.
Cuando Takayama tenía 11 años, su padre Takayama Hida-no-Kami retó a un debate a un predicador cristiano, discípulo de San Francisco Javier. Aunque el padre de Takayama Ukon tenía la intención de poner fin al proselitismo cristiano, quedó impresionado, al punto de convertirse a la Fe de Cristo junto con su hijo. A pesar de crecer en medio de guerras y tensiones políticas, Takayama Ukon y su padre pudieron usar su influencia para apoyar las actividades misioneras en Japón, convirtiéndose en protectores de los cristianos y misioneros japoneses. Habrían así contribuido a la conversión de varias decenas de miles de japoneses.
Cuando el general y estadista Toyotomi Hideyoshi (1539-1598), segundo unificador de Japón, llegó al poder prohibiendo la práctica del cristianismo, los grandes señores feudales del país aceptaron esa determinación, con excepción de Takayama Ukon. Por esa razón perdió sus propiedades, su cargo, su estatus social y honras, antes de verse obligado a exiliarse en 1614. Encontró refugio en Manila, donde murió el 4 de febrero de 1615, poco más de cuarenta días después de su llegada, después de sufrir una fiebre violenta, a los 63 años, tras “debilidades provocadas por los malos tratos sufridos en su tierra natal”.
Los católicos japoneses lo proclamaron santo ya en el siglo XVI, pero no fue sino hasta 1965 que su caso fue acogido por los obispos de Japón, quienes apoyaron unánimemente su proceso de beatificación.
Recibió cristiana sepultura con honores militares como daimio (señor feudal), antes de ser enterrado en suelo filipino. Una estatua suya se encuentra en la plaza Dilao de Manila, donde aparece vistiendo túnicas de guerrero y el pelo recogido. Se apoya en una espada apuntada hacia el suelo, en cuya empuñadura aparece Cristo en la Cruz.
En 2013, los obispos japoneses presentaron un informe de 400 páginas al Vaticano para beatificarlo como mártir, haciendo énfasis en su sacrificio y la renuncia a su estatus por la fe.
En 2016, la Santa Sede aprobó un decreto que designaba la muerte de Takayama como mártir, siendo beatificado oficialmente en 2017. Para que pueda ser canonizado como el primer santo samurái de la Iglesia, el Vaticano debe aprobar al menos un milagro verificado y atribuido a su intercesión. En 2018, el Ayuntamiento de Manila aprobó una resolución que declara el 21 de diciembre de cada año como el “Día del Beato Takayama Ukon”. Su causa de canonización cuenta con el apoyo de varios movimientos católicos en diferentes países.
Con informaciones de Eglises d´Asie.
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