lunes, 01 de julio de 2024
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Arzobispo de Oviedo sobre ex-clarisas de Belorado: “lo que se pide no es la escapada sino la fidelidad a Dios”

Mons. Sanz Montes dice que el Arzobispo de Burgos sigue teniendo las manos tendidas para el regreso de las clarisas excomulgadas. Reconoce confusión en la Iglesia.

jesus sanz montes

Redacción (28/06/2024, Gaudium Press) En su nota periódica, aparecida en Infocatólica, Mons. Jesús Sanz Montes –Arzobispo de Oviedo en España– se refirió al difícil asunto de las clarisas rebeldes de Belorado, que en días pasados fueron excomulgadas por el Arzobispo de Burgos.

Ha sido una noticia tan extraña como inesperada. Cabía pensar que una comunidad de monjas contemplativas fuera un remanso de paz lejos de los laberintos mundanos de la crispación y la violencia, en convivencia fraterna de varias generaciones que se ayudan y complementan, y con la gozosa alabanza de quien se centra en la oración que escucha la Palabra que no engaña, y que adora la Presencia de un Dios que no es esquivo ni traiciona. En el caso de las clarisas de Belorado parece que no ha sido así”.

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“Hemos seguido –prosigue Mons. Sanz Montes– por las notas de prensa los avatares de estas hermanas desde que el pasado 13 de mayo, fiesta de la Virgen de Fátima, comunicaron que se marchaban de la Iglesia Católica, adhiriéndose a un obispo (un falsario y que terminarán expulsando del monasterio) como única autoridad asumida por ellas, y advirtiendo que el último Papa que ellas reconocían era Pío XII (fallecido en 1958). Toda una serie de prestados postureos para desmontar cuanto la Iglesia ha escrito en los renglones de la historia los últimos 65 años”.

Cuenta el Arzobispo que estando en Lisboa recibió de las clarisas “un largo archivo explicando su decisión. Con perplejidad y dolor les escribí un mensaje poniéndome a su disposición para visitarlas, hablar con ellas, clarificar cosas, ayudar en lo que pudiera. Su archivo rezumaba dolor ante desencuentros varios de la abadesa con algunos obispos con ocasión de una venta de edificios que la Santa Sede no autorizó (con buen criterio, ante la sospecha fundada de trufa financiera como tantas veces ha ocurrido con tiburones aprovechados de la buena fe de almas cándidas que desconocen los trasiegos de la avaricia codiciosa más mundana). Tras los desencuentros, llegó la desconfianza resentida que empaña la mirada y tergiversa la verdad, y empuja al enrocamiento rencoroso e irracional que se aísla con la mala compañía de quien proyectaba sobre ellas sus delirios de grandeza, su trucada posición y el inconfesable interés por pingües beneficios que ellos jamás trabajaron ni sudaron”.

Mons. Sanz Montes no recibió respuesta de las clarisas, y solo encuentra explicación para su deriva en “la ofuscación de la exabadesa arrastrando absurdamente a sus hermanas más jóvenes en el propio «cuasi suicidio» intelectual, espiritual y eclesial”.

Entre tanto, el Arzobispo de Oviedo reconoce “que hay motivos de preocupación razonable en estos momentos de confusión a tantos niveles”. Dice el prelado sin embargo, que a las almas fieles “lo que se pide no es la escapada fugitiva sino la fidelidad confiada en Dios y el amor a la verdadera Iglesia. Yo les recordaba [ndr. ciertamente en su comunicación a las clarisas, cuando ya habían anunciado el cisma] el bello comentario a los salmos que hace San Agustín: «un miembro desgajado del cuerpo conserva la forma, pero ya no tiene vida». Es decir, un brazo arrancado del tronco tiene forma de brazo, mas es imposible que abrace con afecto, que reparta generosamente, que acaricie con ternura, que pida humildemente, que aplauda en alabanza. Conserva la forma, pero ha perdido la vida. El cuerpo es la Iglesia, los miembros somos sus hijos”.

“Les he pedido que recapaciten, abandonando ínfulas y restañando las heridas. El arzobispo de Burgos tiene las manos tendidas para que se efectúe el regreso de esta demencial fuga, y así lo deseamos quienes queremos de veras a estas hermanas. Que Santa Clara pueda iluminarlas y la gracia de Dios les devuelva la paz y la fidelidad perdidas”, concluye.

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