jueves, 21 de noviembre de 2024
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Audiencia general: “Si aceptas no ser protagonista, has madurado camino a la plenitud de la vejez”

Al comienzo de la audiencia general el Papa saludó con su habitual “Buenos días”, e inmediatamente se detuvo para comentar el pasaje del Evangelio de san Lucas que ve la escena en el Templo con Simeón.

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Redacción (31/03/2022 08:47, Gaudium Press) “Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. El Espíritu Santo le predijo que no vería la muerte sin antes ver al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo y, mientras sus padres llevaban allí al niño Jesús para hacer lo que la Ley le mandaba, él también lo recibió en sus brazos y bendijo a Dios”.

A partir de este pasaje del Evangelio – el Papa, en la Audiencia General de los miércoles, nos invita a reflexionar sobre la escena: tenemos dos personajes ancianos Simeón y Ana que esperaban que Dios viniera a visitarlos. Simeón gracias a una premonición divina supo que tenía que encontrarse con Dios antes de morir; Ana era una mujer de gran fe que ofrecía oraciones en el templo todos los días.

¿Qué aprendemos de Simeón y Ana?

El Papa Francisco ayuda a comprender mejor el significado de este encuentro profético entre Simeón y Ana y Jesús: “De ellos aprendemos la fidelidad a la espera (Simeón esperaba ese encuentro desde hacía muchos años y siempre ha permanecido fiel hasta el encuentro que no conocía cuando era, pero que le había sido predicho). Esto nos enseña que la espera fortalece nuestros sentidos, y el Espíritu Santo también da luz a los sentidos, la vejez sólo puede debilitar la sensibilidad del cuerpo pero si se ejercita esperando la visita de Dios, la vejez tendrá más sensibilidad para acoger al Señor.

Francisco afirma: “Hoy, más que nunca, necesitamos una vejez con sentidos vivos. Además, Jesús nos pone en crisis porque es un sentido de contradicción para nosotros pero nos llena de alegría; la crisis no siempre lleva a la tristeza sino que nos da paz”.

Una sociedad anestesiada

El Papa también se enfrentó a un problema muy actual de nuestra sociedad que vive bajo “anestesia”, nuestros sentidos están anestesiados casi adormecidos.

La anestesia de los sentidos es un síndrome muy extendido en una sociedad que cultiva la ilusión de la eterna juventud. No os dais cuenta de que estáis anestesiados – dice el Papa. La insensibilidad de los sentidos espirituales se refiere a la compasión y la piedad, a la vergüenza y al remordimiento y mucho más… la insensibilidad no os hace comprender la compasión, la piedad, impide sentir vergüenza y remordimiento por hacer algo malo. La vejez se convierte en la primera víctima de la pérdida de la sensibilidad”.

Ser testigos y no protagonistas

Siempre de la historia de Simeón y Ana debemos poner en primer plano esta indicación que según Francisco es fundamental: Simeón y Ana se reconocen en un hijo que no han engendrado yven por primera vez el signo seguro de la visita de Dios; son solo Testigos y no protagonistas.

Si aceptas que no eres el protagonista, has madurado camino a la plenitud de la vejez”.

La generación de hoy -dice Francisco- es la de los superficiales porque no sienten las cosas con la sensibilidad del Espíritu”, sino sólo con la de la carne.

Visitar y escuchar a los ancianos

El Papa hoy subrayó la importancia de ir al encuentro de un anciano y escucharlo, pero sobre todo para un “intercambio” entre sabiduría y madurez, el pensamiento entre un joven y un anciano. “Así, la civilización avanza de manera madura. Sólo la vejez espiritual puede dar este humilde y deslumbrante testimonio”, dice el Pontífice.

El Pontífice concluye diciendo: “La sensibilidad de la vejez rompe el conflicto, lo suprime, va más allá, se dirige a la unidad, necesitamos ancianos sabios y maduros en el Espíritu que nos den esperanza en la sensibilidad de la vida”.

Al final de la audiencia saludó y bendijo a los presentes, incluidos los miembros del grupo de amistad Francia – Italia, los polacos, los peregrinos de habla inglesa, Dinamarca y Suecia, deseándoles un corazón purificado y renovado por el Espíritu Santo y invocando sobre ellos la alegría y la paz de Cristo Resucitado.

Al final de la audiencia, el Papa bendijo también los objetos y se cantó el Padre Nuestro en latín. (Rita Sberna)

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