sábado, 23 de noviembre de 2024
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Ayer se celebró una sacral Misa en las aguas de la Batalla de Lepanto

El oficiante, un sacerdote de los Heraldos del Evangelio, acompañado por familias.

Misa en Lepanto

Redacción (07/10/2021 09:23, Gaudium Press) Era el día 6, ayer, de un cielo despejado, con mar de azul profundo pero algo de viento, a veces bastante viento, que justo en el momento de la consagración – cuentan los testigos presenciales – se silenció, se calló, pues la naturaleza también deseaba contemplar el mayor milagro de todos, que es el de la transubstanciación.

¿El lugar? Las aguas y las costas de Corinto que un 7 de octubre hace 450 años contemplaron el rugir de los cañones, las suplicas en el Rosario, las imprecaciones de los turcos, las voces de órdenes de los capitanes, el humo, los sables, la sangre, todos los acordes de la Batalla de Lepanto.

Se encontraba sobre un bote que se mecía suavemente acompasado el P. José Francisco Hernández, español de los Heraldos del Evangelio, además de otros Heraldos, cooperadores y algunas familias, que acompañaron con sus cantos la celebración. Fue ayer, vísperas de los 450º años de la tal vez más importante batalla en la historia de la Cristiandad, la Batalla de Lepanto. Se alistaban para celebrar la eucaristía.

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La naturaleza mostraba su alegría por la conmemoración, los saltos de un grupo de delfines formaban una corona sobre el barco donde se estaba celebrando la eucaristía. Rodeaban al sacerdote un Heraldo acólito, un terciario de los Heraldos y una joven vocación, estos últimos sosteniendo el mantel, la patena, casi que hasta el crucifijo, que recibían altivos el impacto del viento, como ese día las velas de las naves fueron hinchadas ya en previsión del tremendo choque. Celebró el sacerdote la memoria de María Auxiliadora.

Misa en Lepanto 1

La misa se ofreció por las intenciones de los presentes, las intenciones de la Iglesia y sus necesidades hoy. También se rezó en agradecimiento por la victoria, pidiendo fuerza para los nuevos ‘Lepantos’ que se presenten, y por las almas de los que ahí fallecieron.

Venimos aquí a proclamar, a suplicar, a la Virgen Santísima, que en Fátima proclama el triunfo de su Inmaculado Corazón – por tanto del bien, de Jesucristo, de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, de la Mujer sobre la serpiente –, ‘por fin mi Inmaculado Corazón triunfará’, [que ese triunfo] se dé cuanto antes”, dijo el sacerdote en su homilía.

Misa en Lepanto 3

Lo pedimos aquí en Lepanto, en las aguas que vieron a Don Juan de Austria, ese joven noble hijo de Emperador, que con su fidelidad a la gracia que el Papa San Pío V aplicó a él la frase de la Escritura ‘hubo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan’, Juan de Austria”, sentenció.

La misa concluía, en la bendición se ratificaron todas las intenciones.

Era tarde, el sol fue cayendo, y todos sentían que algo grande recordaban, y también que algo grande se había hecho.

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