viernes, 22 de noviembre de 2024
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Beata brasileña Albertina Berkenbrock, mártir de la pureza

No hay por qué sorprenderse del coraje y la fortaleza cristiana que mostró Albertina en el momento de su martirio, para defender la vida plena y la dignidad de la mujer.

Bem Aventurada Albertina Berkenbrock 2

Redacción (15/06/2023 16:06, Gaudium Press) Hoy, 15 de junio, la Iglesia Católica en Brasil recuerda la memoria de la Beata Albertina Berkenbrock, también conocida como la Santa María Goretti brasileña.

Una vida dedicada a Dios

Nacida el 11 de abril de 1919 en la comunidad de São Luís, en el municipio de Imaruí, ubicado en el estado de Santa Catarina, Albertina fue bautizada el 25 de mayo de 1919, confirmada el 9 de marzo de 1925 e hizo la primera comunión el 16 de agosto. 1928.

Era una niña de gran sensibilidad hacia Dios y las cosas de Dios, hacia el prójimo y las cosas del prójimo. Sus padres y familia supieron educar a Albertina en la Fe, em la caridad y en la esperanza, virtudes teologales de la religión cristiana. Le transmitieron, a través de la vida y la enseñanza, las verdades reveladas en la Sagrada Escritura.

Albertina respondía a todo con gran generosidad de alma. Buscar inspiración y fuerza para vivir en Dios se convirtió en algo espontáneo en ella. Rezaba con alegría, sola o con su familia o en su pequeña comunidad. Participó activamente en la vida religiosa de su parroquia en todos sus aspectos.

Primera Comunión de Albertina: “¡El día más hermoso de mi vida!”

Cuando llegó el momento de la catequesis preparatoria de los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, Albertina llamó la atención sobre su forma de preparación: diligencia y grandeza de corazón.

La primera confesión se convirtió en una puerta abierta a la confesión frecuente. La primera comunión fue para ella un acontecimiento extraordinario, una experiencia única de mística ordinaria que la llevó a decir: “¡Fue el día más hermoso de mi vida!”.

Desde su ‘día más feliz’, nunca dejó de participar en la Eucaristía, haciendo de este sacramento “la fuente y cumbre de su vida cristiana”. Le gustaba, en su manera sencilla de expresarse, hablar del misterio eucarístico como experiencia del amor de Dios.

Devoción a Nuestra Señora y San Luis de Gonzaga

Como todos las predestinados, también Albertina cultivó una devoción muy filial a Nuestra Señora. Veneró a la Virgen de las Vírgenes con verdadero cariño, más amorosa que erudita, tanto dentro de su casa, en el ámbito familiar, como entre sus hermanos en la Fe, en la iglesia comunitaria. Participando intensamente en el rezo del rosario, recitándolo con su familia, encomendaba a menudo su alma y la salvación eterna a la Virgen.

Albertina cultivó en sí misma una coincidencia providencial: era muy devota de San Luis Gonzaga, el santo que le dio nombre y era el patrón de su pequeño pueblo. Coincidencia providencial que la llevó a desarrollar una gran afinidad con el también joven santo a quien la Iglesia presenta como modelo de pureza. Sin duda, una afinidad que la preparó y le dio fuerza espiritual para el día en que tendría que defender con su vida la virtud angélica que ambos practicaron y amaron.

Martirio de la Beata Albertina Berkenbrock

A la edad de 12 años, el 15 de junio de 1931, Albertina fue asesinada porque quería conservar su pureza espiritual y corporal, por la Fe y la fidelidad a Dios. Y lo hizo con heroísmo: prefirió morir antes que pecar.

La noticia de su martirio y la consiguiente fama de su santidad se difundió rápidamente y nadie puso en duda sus virtudes, que siempre vivió de manera clara y convincente, a pesar de los pocos años de existencia.

Corresponde a la vocación de santidad

Albertina fue una persona imbuida de la Santísima Trinidad, correspondió a la vocación de santidad que recibió el día del Bautismo. Era una gigante de la fe, el amor y la esperanza. Vivió los valores del Evangelio de manera admirable.

Por todo lo anterior, no hay por qué sorprenderse del coraje y la fortaleza cristiana que mostró Albertina en el momento de su martirio, para defender la vida plena y la dignidad de la mujer. (EPC)

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