jueves, 27 de junio de 2024
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Beatificados en Sevilla veinte mártires de la Guerra Civil Española

El cardenal Semeraro beatificó, la mañana de este sábado 18 de noviembre, al padre Manuel González-Serna Rodríguez y a un grupo de compañeros, asesinados por odio a la fe en 1936.

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Redacción (20/11/2023, Gaudium Press) El Papa Francisco recordó, después del Ángelus de este domingo 19 de noviembre, los nuevos beatos que el Cardenal Marcello Semeraro elevó a los honores de los altares el pasado sábado, en Sevilla. “Asesinados en 1936, durante la persecución religiosa de la Guerra Civil Española, estos nuevos mártires dieron testimonio de Cristo hasta el final. Que su ejemplo consuele a tantos cristianos de nuestro tiempo que son perseguidos por su fe”.

El Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos presidió, en nombre del Papa Francisco, la beatificación del P. Manuel González-Serna Rodríguez y de otros diecinueve mártires en la Catedral de Sevilla. En su homilía subrayó que la vida cristiana “no es un paseo, sino una misión arriesgada”, y a nadie “se le paga por aplaudir, como en los espectáculos terrenos”. Por el contrario, Jesús “advierte que incluso los lazos familiares pueden verse comprometidos por vuestro discipulado”.

Los veinte nuevos beatos, explicó el cardenal, son un nuevo ejemplo de la “santidad del martirio” de la que habló el Papa Francisco el pasado jueves, en su discurso a los participantes en la conferencia sobre la dimensión comunitaria de la santidad.

La mayoría de los mártires eran sacerdotes; el resto eran fieles laicos y uno de ellos tenía un hijo que aún era seminarista. También hay una mujer que, muy “activa en obras de caridad, fue colaboradora del párroco”, don Manuel González-Serna Rodríguez.

Este último, “para dar testimonio de su fe, quiso ser fusilado junto al Evangelio”. Otro sacerdote, Miguel Borrero Picón, “en el momento de su martirio quiso vestir la sotana para mostrar públicamente su identidad”. El asesinato de otros tomó “diferentes formas, pero todos, en el momento decisivo, aceptaron la muerte como expresión de su fidelidad a Cristo”. El sacerdote Juan María Coca Saavedra, durante los cinco días de cautiverio a que fue sometido, ejerció el ministerio de la reconciliación; otros “rezaron y se consolaron unos a otros, expresando también palabras de perdón a sus asesinos”.

El cardenal Semeraro recordó un antiguo himno cristiano en honor de los mártires, que “comienza alabando a estos testigos de Cristo”, y que, “inflamados por el amor verdadero, fueron más fuertes que el miedo humano a la muerte, y que, habiendo sufrido el martirio, ahora están en el cielo y disfrutan de un gozo sin fin”. Poco después, sin embargo, el himno pasa a considerar la situación en la que se encuentra cada persona: “afirma que existe una condición de martirio para todos y enumera tres formas del mismo”. La primera es pro fide mortis passio, es decir, “sufrir la muerte por causa de la fe cristiana”. El segundo martirio que un creyente está llamado a experimentar es el iniuriae remissio, es decir, “perdonar las ofensas”. La tercera forma es proximi compassio, es decir, “misericordia”.

El mártir, al final”, concluyó el cardenal, “no es simplemente el que sufre la persecución, sino también el que, como Jesús en la cruz, es capaz de decir: ‘Padre, perdona’”.

Con información de Vatican News.

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