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El Beato Álvaro de Córdoba, nació en Zamora a mediados del siglo XIV. No se sabe exactamente donde nace el Beato. Se le llama De Córdoba porque en esta ciudad pasó la mayor parte de su vida.
Redacción (19/02/2024, Gaudium Press) El Beato Álvaro de Córdoba, nació en Zamora a mediados del siglo XIV, aunque no se tiene certeza. Se le llama De Córdoba porque en esta ciudad pasó la mayor parte de su vida.
Entró a la Orden de los Dominicos en 1368, donde se destacó por su inteligencia.
Fue maestro de Teología en la Universidad de Salamanca y profesor de estudios generales en Valladolid. Vivió la difícil época del Cisma de Occidente, momento histórico en el que hubo tres Papas.
Peregrinó por Italia, donde tuvo conocimiento de la Reforma de las órdenes religiosas, entre ellas la Reforma de la Orden Dominica en Italia. Entre los años 1418 y 1420 viajó a Tierra Santa, de donde llevó a España la tradición del Vía Crucis, o lo que se conoce como la Vía dolorosa.
En España fue confesor de la Reina Catalina de Lancaster, madre de Juan II, de quien también fue confesor, es decir, fue formador de un rey; el beato también aprovecha su asistencia a los reyes y reforma la corte. Y por nombramiento del papa Martín V fue Vicario General de todos los conventos reformados de España.
El beato formó un movimiento de oposición a Pedro de Luna, el “antipapa” Benedicto XIII, y movió al pueblo y sobre todo a la nobleza a reconocer al papa legítimo.
Realizó hasta edad avanzada su obra de catequesis, de enseñanza y predicación. Pasaba el día entero en ese trabajo y consagraba casi toda la noche a la oración en el monasterio. Éste vivía totalmente de las limosnas; el beato predicaba con frecuencia en el mercado y terminaba diciendo: “Hermanos míos, los pobres frailes de Santo Domingo del convento de la montaña se encomiendan a vuestra caridad”.
Se disciplinaba de público cuando iba caminando a una iglesia.
Inspirado por las vivencias de Tierra Santa funda y construye el Convento de Santo Domingo Scala Coeli, donde quiso vigorase la regla de Santo Domingo en su pureza primitiva, y donde permanecen sus restos mortales.
En los terrenos del monasterio construyó varias capillas. Se cuenta que una noche, mientras el beato oraba en una de dichas capillas, se desató una violenta tempestad que le aisló totalmente del monasterio. Al oír sonar el toque de maitines, el beato elevó los ojos al cielo, tomó su capa, la tendió sobre el torrente y así llegó sano y salvo a la otra orilla; echándose la capa sobre los hombros, fue a ocupar su puesto habitual en el coro.
El Beato falleció el 19 de febrero de 1430.
Con información de Radio Vaticano y el Testigo Fiel
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