“El laicismo de Estado, ‘dogma’ de los tiempos liberales-democráticos, parece ser pues, del ‘año viejo’, y estar siendo reemplazado por el retorno de los brujos”.
Redacción (25/04/2024, Gaudium Press) No existe hombre sin religión, dicen por ahí, es decir, no existe o casi el puro ateo: el ateo práctico es simplemente alguien que no quiere pensar en Dios, pues su existencia le incomoda; el ateo-ateo es comúnmente alguien que se erige él mismo como Dios; y muchos de los ateos-ateos, aunque no lo admitan, tienen por allá escondidito su altar a su Dios.
Un día al Estado le dio por convertirse en ‘ateo’, o laico –versión mitigada del ‘ateismo’– , pero al parecer esos días están quedando en los baúles del recuerdo, si se tiene en vista las múltiples manifestaciones religioso-paganas que se están poniendo de moda entre altos funcionarios del Estado, algunas que reviven creencias y rituales indígenas idolátricos, de los cuales había vencido el cristianismo.
La Razón nos cuenta hoy que el recinto del Senado mexicano fue escenario ayer miércoles, del sacrificio (sí sacrificio, es decir muerte ritual) de una gallina para ofrendar su sangre a Tlaloc, dios prehispánico de la lluvia, en ceremonia promovida por el senador Adolfo Gómez del partido gobernante. La ceremonia alcanzó a ser transmitida por las redes oficiales del Legislativo.
Por su parte, informa El País de Colombia que la vicepresidenta Francia Márquez participó de un acto que muchos calificaron de “brujería” o “santería”, cuando la entrega de 27 ambulancias a varios municipios del Cauca, región de donde ella procede. El ritual al que asistió la vicepresidenta incluía músicas y un círculo formado por velas, flores y ramas. En off un narrador iba explicando el significado de las velas y su luz, que simbolizaban “fuerzas”, y el deseo de “sellar esta unión de fuerzas”.
El laicismo de Estado, ‘dogma’ de los tiempos liberales-democráticos, parece ser pues del año viejo, y estar siendo reemplazado por el retorno de los brujos. La religión, que muchos creían en el socavón de la historia, regresa al más visible escenario. Ocasión para que el cristianismo se evidencie, una vez más, como la religión del verdadero y único Dios, Señor del Cielo y de la Tierra. (SCM)
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