En el Ángelus, el Papa Francisco comentó el evangelio dominical, particularmente la parábola del Señor que trata del “comerciante en perlas finas”.
Redacción (31/07/2023 09:15, Gaudium Press) Antes del rezo del Ángelus dominical, ayer en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco comentó el evangelio del día de San Mateo, particularmente la parábola del Señor que trata del “comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra”.
“¿Cuál es esa perla por la que se puede renunciar a todo, de la que nos habla el Señor?¡Es Él mismo, Jesús! Él es la perla preciosa de la vida, que hay que buscar, encontrar y hacer propia. Merece la pena invertirlo todo en Él, porque, cuando uno encuentra a Cristo, la vida cambia”, dijo el Pontífice.
El de la parábola es un comerciante prudente, que “tiene ojo” y sabe reconocer una perla de gran valor. El sabe “discernir” la perla.
“Esto también es un aprendizaje para nosotros: cada día, en casa, en la calle, en el trabajo, de vacaciones, tenemos la oportunidad de vislumbrar el bien. Y es importante saber encontrar lo que vale la pena: entrenarnos para reconocer las gemas preciosas de la vida y distinguirlas de las baratijas. ¡No perdamos tiempo y libertad en cosas triviales, pasatiempos que nos dejan vacíos por dentro, mientras la vida nos ofrece cada día la perla preciosa del encuentro con Dios y con los demás! Es necesario saber reconocerla: discernir para encontrarla”, expresó Francisco.
Al final, la enseñanza es que el comerciante de la parábola sacrifica todo para tener la perla de gran valor, de esa perla hace su riqueza, el sentido de su presente y su futuro. “Esto también es una invitación para nosotros. Pero, ¿cuál es esa perla por la que se puede renunciar a todo, de la que nos habla el Señor?”.
El Papa invitó a tener tres actitudes, inspiradas por la parábola:
“Buscar: ¿yo, en mi vida, estoy en búsqueda? ¿Me siento bien, conforme, o entreno mi deseo por el bien? ¿Estoy en jubilación espiritual? Cuántos jóvenes están en la jubilación espiritual. Segundo gesto, encontrar: ¿me ejercito en discernir lo que es bueno y viene de Dios, sabiendo renunciar a lo que me deja poco o nada? Por último, comprar: ¿sé gastarme por Jesús? ¿Está Él en primer lugar para mí, es Él el mayor bien de la vida? Sería bonito decirle hoy: Jesús, Tú eres mi mayor bien”.
Pidió el Pontífice a la Virgen que “nos ayude a buscar, encontrar y abrazar a Jesús con todo nuestro ser”.
Con información de Vatican News.
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