Toulouse (29-04-2020, Gaudium Press) Fuertes han sido las reacciones de prelados franceses delante la negativa del gobierno de retomar las ceremonias religiosas públicas antes del próximo 2 de junio.
Ayer, el primer ministro francés Edouard Philippe anunció que las ceremonias religiosas no podrían ser retomadas antes del 2 de junio. “Sé la impaciencia de las comunidades religiosas, pero creo legítimo pedir de no organizar ceremonias antes del límite del 2 de junio”, declaró el primer ministro ante la Asamblea nacional francesa.
Tras el anuncio se pronunció la Conferencia de Obispos de Francia (CEF), la cual tomó “con dolor esta fecha que se impuso a los católicos”. Expresaron los obispos que no concuerdan con que la misa pueda “favorecer la propagación del virus y molestar el respeto de las medidas anti-propagación más que muchas de las actividades que pronto se retomarán”.
Reacciones de los obispos
Para Mons. Matthieu Rougé, obispo de Nanterre, “el tono del Primer ministro, desembaranzándose de las religiones en tres frases lapidarias, es indigno de nuestra democracia”. “Ahí hay algo que no camina bien”, sentenció. Por su parte el Arzobispo de París, Mons. Michel Aupetit, después del anuncio del ministro Philippe expresó que la Iglesia “había propuesto el 16 [de mayo]… Hay cualquier cosa que no fue respetada”.
Fuertes palabras del Arzobispo de Toulouse
Pero ciertamente la reacción más fuerte la tuvo el Arzobispo de Toulouse, Mons. Robert Le Gall, en declaraciones recogidas por Famille Chrétienne: “Ante el carácter inaceptable de esta expectativa sacramental que no termina para los fieles, ¡van a ocurrir celebraciones clandestinas! Finalmente el resultado será peor. Los poderes públicos van a intentar impedirlas, pero ocurrirán en ciertos lugares. Habría mejor valido autorizar el culto público progresivamente y calmamente, en número limitado, como lo habíamos propuesto al gobierno. No hemos sido escuchados”, dijo.
Los obispos habían enviado al gobierno un plan para retomar el culto
Los obispos franceses, reunidos en Asamblea plenaria el 24 de abril pasado, habían enviado al gobierno un plan de desconfinamiento, que incluía las medidas sanitarias apropiadas para retomar el culto. La petición de los obispos es que se fuera retomado de forma progresiva desde el 17 de mayo.
Pero ante la negativa del gobierno de acoger las propuestas de los obispos, los católicos no podrán celebrar públicamente la próxima fiesta de Pentecostés, que se tendrá lugar el próximo 31 de mayo. Siendo así, los obispos invitan a los fieles “a vivir el mes de mayo como un mes ‘en el Cenáculo’ en una oración que implore el don del Espíritu Santo y como un mes marial”.
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