miércoles, 06 de agosto de 2025
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Cardenal Arcipreste de Santa María la Mayor habló del milagro de la nieve que originó esa basílica

El Cardenal Makrickas presidió ayer la Misa Solemne con motivo del aniversario de la Dedicación de la Basílica Papal de Santa María la Mayor y la Solemnidad de Nuestra Señora de las Nieves.

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Redacción (06/08/2025 11:15, Gaudium Press) En la mañana del martes 5 de agosto, el Cardenal Arcipreste Rolandas Makrickas presidió la Misa Solemne con motivo del aniversario de la Dedicación de la Basílica Papal de Santa María la Mayor y la Solemnidad de Nuestra Señora de las Nieves. En su homilía, el cardenal invitó a los fieles a ser testigos de las “grandes obras” de Dios en el mundo, con una fe renovada y corazones puros como la nieve. Poco después, recordó la historia del primer Santuario Mariano de Occidente, construido a petición de la Virgen.

Según la tradición, durante la noche del 4 al 5 de agosto del año 358, una nevada milagrosa cayó en el centro de Roma, en el monte Esquilino, en pleno verano italiano. Nuestra Señora se apareció en sueños al Papa Liberio, pidiéndole que construyera una Basílica en el lugar donde había nevado. A la mañana siguiente, el Pontífice trazó el perímetro del terreno para construir la primera Basílica de Occidente dedicada a Nuestra Señora de las Nieves, que hoy es una de las cuatro Basílicas Papales de Roma y el primer santuario mariano del mundo: Santa María la Mayor.

Nevada, símbolo de gracia

Evocando el evento de la nevada de pétalos, repetido hoy en memoria de la “nevada milagrosa” ocurrida en el año 358, el Arzobispo Makrickas explicó que “cada año, miles de fieles se maravillan e inspiran con la nevada de pétalos de rosas blancas que cae del techo de nuestra Basílica. Hoy, todos somos testigos de esta señal”. La recreación también es repetida por la tarde, durante las Segundas Vísperas, presididas por el Arzobispo Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado.

El Cardenal Arcipreste recordó las palabras del Papa Francisco al participar en las celebraciones del año pasado. El Pontífice, quien ahora descansa en la Basílica, comentó sobre “el doble sentimiento que el fenómeno natural de la nieve blanca siempre despierta en el alma humana: asombro y estupor”. También enfatizó que la nevada puede entenderse como un “símbolo de la gracia”, es decir, una realidad que une belleza y gratuidad, siendo algo que no se puede “merecer, ni mucho menos comprar; solo se puede recibir como un don”.

La alegría no nace de la ausencia de problemas

Enfatizando que es algo completamente “impredecible”, como una nevada en Roma en pleno verano, el Arzobispo Makrickas invitó a los fieles a no perder la capacidad de asombro y maravillamiento, ya que estos sentimientos forman parte de la experiencia misma de la fe. El Cardenal también explicó que la nieve evoca blancura, franqueza, signos de pertenencia al mundo celestial. Además, el asombro, la maravilla y la blancura, como pureza, gracia y manifestación de la cercanía de Dios, son realidades unidas en la Virgen María. (EPC)

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