Ayer Il Messagero reportó declaraciones del Cardenal Muller sobre la difícil situación del Cardenal chino, que el próximo mes enfrenta juicio.
Redacción (02/09/2022 11:47, Gaudium Press) Ayer el diario italiano Il Messagero reportó unas declaraciones ofrecidas a ese medio del Cardenal Gerhard Muller, antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en las que este purpurado trata de la suerte del Cardenal Joseph Zen, Obispo emérito de Hong Kong, quien se encuentra sub judice, claramente bajo injusta causa, por defender derechos humanos de personas que protestaron en Hong Kong.
El Cardenal Zen no pudo asistir al último consistorio de Cardenales, pues no se le permite salir de Hong Kong.
“El mes próximo habrá un proceso injusto. Nadie ha planteado [en el Consistorio] la gravísima cuestión de nuestro hermano Zen. No lo hizo el Decano, el Cardenal Re, ni el Secretario de Estado, Parolin, ni siquiera el Papa. No hubo ningún documento de solidaridad, ninguna iniciativa de oración por él”, afirmó el Cardenal Muller.
“Yo espero que no sea abandonado”.
“Evidentemente – continuó el Cardenal Muller, existen razones políticas por parte de la Santa Sede que impiden tales iniciativas [ndr.: iniciativas como una manifestación de solidaridad con el Cardenal chino]. Me refiero al acuerdo para la renovación de obispos firmado recientemente con el gobierno de Xi [Jinping]. Siento decir esto, pero no podemos someter los intereses de la Santa Sede y del Estado Vaticano a la dimensión eclesial y a la verdad”.
¿Qué quiere usted decir?, preguntó Il Messagero
“Quizás la Iglesia debería ser más libre y menos atada a las lógicas mundanas del poder, en consecuencia más libre para intervenir y, si es necesario, para criticar a aquellos políticos que acaban suprimiendo los derechos humanos. En este caso, me pregunto por qué no criticar a Beijing. Zen es un símbolo y fue arrestado con un pretexto, no hizo nada, es un personaje acreditado, valiente y muy temido por el gobierno. Tiene más de 80 años y lo hemos dejado solo”.
Más adelante el Cardenal alemán profundizó en la cuestión:
“El temor a intervenir en un tema así que tiene que ver con las relaciones con China es evidente, en mi opinión. La situación con Beijing es compleja, la información aquí llega solo parcialmente y, lamentablemente, no todo es bueno y triunfal. La Iglesia clandestina es actualmente perseguida en muchos ámbitos y se enfrenta a obispos patrióticos más obedientes al Estado ateo de Pekín que al Papa, sacrificados en el altar de la razón de Estado, para defender y llevar a cabo el acuerdo diplomático con Pekín. Veo este riesgo y siento dolor”.
“¿Podría realmente ser sacrificado?”, indaga Il Messagero.
“Lamentablemente, esta duda me avanza – responde el Cardenal. Además, no es la primera vez en la historia de la Iglesia que se sacrifican cristianos ejemplares. A veces el cinismo de la política se impone a la libertad que nos enseña el Evangelio. Que vuestras palabras sean sí sí, no no”.
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