El Cardenal prefecto emérito de Doctrina de la Fe habló con Riccardo Cascioli de La Nuova Bussola Quotidiana, sobre muchos temas de actualidad, la administración de sacramentos y el naturalismo al interior de la Iglesia.
Roma (07/05/2020 11:08, Gaudium Press) “Este virus ha significado una tragedia para mucha gente. Precisamente por esto la Iglesia tiene el deber de ofrecer una visión del sufrimiento y la existencia humanas en una perspectiva de vida eterna, a la luz de la fe. La suspensión de las misas con el pueblo es abdicar de nuestro deber, es reducir a la Iglesia a las dependencias del Estado. Es inaceptable”, así inicia la entrevista que hoy publica La Nuova Bussola Quotidiana, en la que el Cardenal Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación de la Doctrina de la Fe habla con mucha franqueza con Riccardo Cascioli. “Es escandaloso que haya obispos que digan que la Eucaristía está sobrevalorada”, afirma el purpurado. ‘Sin pelos en la lengua’ se expresa, podríamos decir.
La gravedad del pensamiento laicista que ha entrado en la Iglesia
Preguntado sobre el sufrimiento que implica para muchos fieles en el mundo entero el no poder ir a misa, el Cardenal alemán ‘dispara’ contra aquellos que dentro de la Iglesia, en lugar de buscar las medidas para minimizar los riesgos de contagio, simplemente determinan “prohibir la liturgia”: “La Iglesia no es cliente del Estado, y ningún obispo tiene derecho a prohibir la Eucaristía de este modo. Incluso hemos visto a sacerdotes castigados por sus obispos por haber celebrado la misa con pocas personas: todo esto significa verse como funcionarios del Estado. Pero nuestro pastor supremo es Jesucristo, no Giuseppe Conte [ndr. Primer ministro de Italia]. El Estado tiene su tarea y la Iglesia la suya”.
“Estamos llamados a cargar sobre nuestros hombros, cada día, nuestra cruz, pero también tenemos que explicar a los fieles sus sufrimientos con los conceptos del Evangelio. Prohibir la participación a la liturgia va en dirección opuesta. Tomar determinadas medidas externas es tarea del Estado; la nuestra es defender la libertad e independencia de la Iglesia y su superioridad en la dimensión espiritual. No somos una agencia subordinada al Estado”, insiste el Cardenal en su deseo de afirmar los derechos de la Iglesia, Iglesia que incluye por supuesto a los laicos.
La liturgia ‘virtual’ no puede ser considerada sustituta de la misa
Para el Cardenal Müller la asistencia virtual a la liturgia, que es una asistencia espiritual, se entiende en circunstancias excepcionales, que él ejemplifica como cuando alguien se encuentra en una cárcel, o un campo de concentración.
“Se puede participar espiritualmente en la Eucaristía, pero no es una situación normal – dice el Cardenal. Dios nos ha creado alma y cuerpo. Dios ha acompañado a su pueblo en la historia, lo liberó realmente de la esclavitud de Egipto, no fue una liberación virtual. Jesús, hijo de Dios, se hizo carne, y nosotros creemos en la resurrección de la carne. Por eso, la presencia corporal es totalmente necesaria para nosotros. Para nosotros, no para Dios. Dios no necesita los sacramentos, somos nosotros los que los necesitamos. Dios ha instituido los sacramentos para nosotros. El matrimonio no funciona sólo espiritualmente, se necesita la unión del cuerpo y el alma. No somos idealistas platónicos, no se puede seguir la misa desde casa, salvo en situaciones particulares. No, hay que ir a la iglesia, reunirse con los demás, comunicar la Palabra de Dios”.
El Cardenal Müller se refirió a algunos católicos que han afirmado que la misa estaría “sobrevalorada”, o que algunos fieles tendrían «obsesión» con la eucaristía. Para el purpurado decir eso es algo «absurdo. La Eucaristía es la única verdadera adoración de Dios por medio de Jesucristo. No es una entre las muchas formas de liturgia; y, en cambio, todas las formas de la liturgia tienen en la Eucaristía la razón de su existencia. Todo recibe fuerza y consistencia de la Eucaristía».
¿Hay un ataque a la Eucaristía?
“Sí”, responde claramente el Cardenal Müller. Y afirma que hay personas dentro de la Iglesia que “razonan como protestantes, ignorando que desde el principio de la Reforma protestante la Eucaristía fue, precisamente, el punto central de la controversia”. Hay católicos que “no comprender el valor central que tiene la Eucaristía”. A estos los califica como “los verdaderos rígidos, los verdaderos clericales, no los que se toman en serio la palabra de Jesús y la doctrina de la Iglesia”. Y clama porque aparezcan figuras de la talla de un San Carlos Borromeo o un San Roberto Belarmino, que afirmen la doctrina de la Iglesia en estas materias.
Fuertes afirmaciones, contra una “Iglesia burguesa, secularizada”
Al ser inquerido sobre católicos que colocan como principal objetivo en estos días el preservar la salud física, el Cardena ex prefecto del Santo Oficio habla de la primacía de los bienes espirituales sobre los materiales:
“Es una Iglesia burguesa, secularizada, no una Iglesia que vive de la palabra de Jesucristo. Jesús dijo «buscad primero el Reino de Dios». ¿Qué vale la vida, todos los bienes del mundo, incluida la salud, si después se pierde el alma? Esta crisis ha puesto en evidencia que muchos de nuestros pastores piensan como el mundo, se ven más como funcionarios de un sistema religioso social que no como pastores de una Iglesia que es comunión íntima con Dios y con los hombres”.
No es que la Iglesia no se preocupe con la salud física de los hombres, expresa el purpurado alemán. “Encomendarnos a Dios no contradice que valoremos todas las posibilidades que nos ofrece la medicina moderna. Pero la medicina moderna no sustituye la oración: son dos dimensiones que no deben separarse, pero tampoco superponerse”.
A los que afirman que propiciar las misas haría a sus promotores responsables de los contagios que ahí resulten, el Cardenal Müller responde que “también los médicos corren este riesgo; hay un riesgo en toda actividad humana. Es cierto que debemos tener cuidado y no poner en peligro la vida y la salud de los demás, pero este no es el valor supremo”.
La terrible epidemia del naturalismo
El menosprecio que se evidencia en muchos ambientes a los valores de la fe, el Cardenal Müller los atribuye a una concepción naturalista de la realidad: “Estamos inmersos en la concepción naturalista que viene de la Ilustración. No se puede explicar la Iglesia, la Gracia y los sacramentos según la dimensión natural. El corazón de nuestra religión cristiana es el Dios transcendente que se hace inmanencia en nuestra vida, es Cristo verdadero hombre y verdadero Dios a través de la Encarnación”.
Explayando aún más su pensamiento, el Cardenal alemán deplora una “ideología del pragmatismo” harto difundida, siendo que no se deben considerar sólo las cuestiones prácticas, sino que “un buen maestro de fe debe ser capaz de explicar una situación como la actual partiendo de la fe, en su sentido sobrenatural, no con el naturalismo. De nuevo, hay que mantener juntas las dos dimensiones: no podemos reducir la existencia humana a mera naturaleza y, al mismo tiempo, tampoco pensar -como sostienen los marxistas- que el cristianismo tiene que ver sólo con el más allá. En Jesucristo tenemos la unidad entre el más allá y la inmanencia de la vida. Un buen cristiano debe saber ser un médico y científico óptimo, pero esto no contradice la confianza en Dios”.
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