Lo hizo en la Conferencia sobre la protección de menores en las Iglesias de Europa Central y Oriental, que se realiza en Varsovia del 19 al 22 de septiembre.
Redacción (21/09/2021 08:20, Gaudium Press) Para el presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, Card. Sean O’Malley, el cuidado de las víctimas de abusos en ambientes de Iglesia debe ser una prioridad pastoral.
Sobre esos temas difíciles temas disertó el arzobispo de Boston, en su discurso de introducción a la Conferencia sobre la protección de menores en las Iglesias de Europa Central y Oriental, que se desarrolla en Varsovia del 19 al 22 de septiembre. El Purpurado acentuó la nota en la “necesidad de la conversión pastoral” al interior de la Iglesia sobre estos asuntos, conversión que tiene como ejes centrales el reconocimiento de la verdad sobre lo sucedido y la escucha de las víctimas.
Como ejemplo de esa “conversión pastoral” puso lo ocurrido en diversas diócesis de los Estados Unidos que previamente habían vivido escándalos pedófilos provocados por sacerdotes.
Escuchar y entender la situación de las víctimas
El primer paso fue escuchar a las víctimas y sus familias.
Lejos de deplorar la información dada sobre estos asuntos, el purpurado elogió a los medios de comunicación que al exponer los casos de abuso, colaboraron a que la Iglesia comprendiese el cáncer del abuso sexual en su seno. La publicación de los hechos es dolorosa, pero a juicio del Cardenal es el origen de la curación.
Ese cáncer no ha muerto, sino que en su opinión se está extendiendo en otros países, independientemente de los antecedentes culturales.
El purpurado, que ha escuchado desgarradores relatos de víctimas en los últimos 30 años, dijo que a menudo estas sólo están listas para contar lo que les sucedió muchos años después de ocurridos los hechos. Y que cuando los revelan, es común que se les ignore o que se busque callarlos, lo que aumenta su sufrimiento. El Cardenal O’Malley deploró esta reacción de la Iglesia, que consideró tan repugnante como el delito de abuso en sí, y afirmó que parte de esta “conversión pastoral” es el reconocimiento por parte de la Iglesia de lo sucedido.
Sobre como acoger a la persona que se afirma víctima de abuso al interior de la Iglesia, el purpurado dijo que se debe aceptar el testimonio de tal persona con respeto, sin juzgar, y explicó que cada persona herida tiene su propio tiempo para comenzar el proceso de curación.
El Cardenal dijo que hay que abandonar una actitud defensiva, que es frecuentemente una instintiva preocupación por la institución “Iglesia”, actitud defensiva que puede ser especialmente frecuente donde ella sufrió persecución. Esa actitud debe dar lugar a priorizar el cuidado de las víctimas.
El Cardenal también indicó que es necesaria una verificación periódica de los procedimientos aplicables para tratar con el abuso, y dijo que las regulaciones por sí solas no son suficientes cuando no hay voluntad de implementarlas.
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