La ceremonia litúrgica, una de las principales de la Iglesia católica, estuvo presidida por el arzobispo metropolitano, Mons. Leonardo Steiner.
Redacción (22/05/2024, Gaudium Press) El pasado domingo 19 de mayo, alrededor de 80 mil fieles católicos se reunieron en el sambódromo de Manaos para participar en la celebración de la fiesta de Pentecostés, una de las principales ceremonias religiosas de la Iglesia Católica. El tema de este año fue “Todos hermanos y hermanas en el espíritu”.
Siguiendo la tradición, la imagen de Nuestra Señora de la Purísima Concepción fue portada al inicio de la celebración por hombres de la Guardia Nuestra Señora de Nazaré y jóvenes representantes del sector Juvenil de la capital y el interior. La procesión inicial de la Santa Misa contó con la asistencia de sacerdotes pertenecientes a la Arquidiócesis de Manaos.
El lenguaje del Espíritu es la suavidad del amor
Durante su homilía, Mons. Leonardo Steiner, arzobispo metropolitano de Manaos, agradeció a los organizadores y a cerca de dos mil voluntarios que colaboraron en la realización de este gran evento, sirviendo en las áreas de liturgia, animación, decoración, recepción, logística, recolección de alimentos, difusión y comunicación.
Luego, el purpurado comentó la primera lectura de la jornada, extraída del Libro de los Hechos de los Apóstoles, destacando que “la lengua del Espíritu no es nuestra lengua, porque la lengua del Espíritu es la dulzura del amor, es la suavidad de la gratuidad, el don de la gracia, el lenguaje del Espíritu es siempre el lenguaje de la proximidad, es siempre el lenguaje del camino, es siempre un salir para encontrar”.
El arzobispo de Manaos también aseguró que “el Espíritu nos lleva al perdón, el Espíritu nos lleva a la reconciliación, el Espíritu vuelve a armonizar nuestra vida, el Espíritu que es capaz de tejer siempre de nuevo las relaciones familiares, las relaciones amorosas, las relaciones más íntimas. Es el Espíritu el que teje siempre de nuevo las relaciones de la comunidad, las relaciones sociales”.
Según él, esto sucede porque “no hay familia sin perdón, no hay hermanos sin perdón”. El hecho de recibir y ofrecer perdón es algo que nos acerca, “porque este cariño aprendemos de Dios en el perdón, porque el nombre de Dios es misericordia”. (EPC)
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