sábado, 23 de noviembre de 2024
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Celibato, ordenación de mujeres, mecanismos internos del sínodo: habla el Arzobispo Gadecki

El presidente del episcopado polaco habló de la injerencia del Camino sinodal alemán en el sínodo de la sinodalidad.

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Foto: ccee.eu

Redacción (16/11/2023, Gaudium Press) Diversos tópicos, mayoritariamente relacionados con el sínodo de la sinodalidad, ha tocado Mons. Stanislaw Gadecki, Arzobispo de Poznan y presidente del episcopado polaco, en entrevista con Catholic World Report.

Extraemos algunos trechos de esa entrevista, en versión en español de Infocatólica:

El prelado, que ya ha participado en cinco reuniones sinodales, habló de los mecanismos internos del pasado sínodo en Roma, donde “pasamos una cantidad considerable de tiempo en grupos pequeños, donde, sin embargo, no hubo oportunidad para una conversación auténtica. Se requería «escuchar sin prejuicios» al interlocutor y no entrar en polémicas. Es una experiencia interesante, pero no favorece el diálogo, es decir, la búsqueda racional de la verdad, aunque en mi grupo todos fueron muy amigables. Además, se asignaron temas específicos a cada mesa de antemano, por lo que ser asignado a un grupo en particular equivalía a estar excluido de la conversación sobre otros temas. También hubo sesiones plenarias donde uno podía hacer oír su voz. Se asignaron tres y luego dos minutos para las declaraciones. Algunos participantes lograron hablar tres o cuatro veces. Curiosamente, yo no tuve tanta suerte. Se nos alentó a enviar posiciones al secretariado, pero parece que nadie las ha leído hasta ahora”.

Acerca de la participación de los laicos en el pasado sínodo de octubre, hizo apuntes curiosos sobre como afectó la consideración de la naturaleza del sínodo:

“La participación de los fieles laicos en el proceso de consulta [previo] fue natural. Es una práctica común en las Iglesias locales.

“En el caso de la asamblea en Roma, sin embargo, hubo una cuestión sobre la naturaleza de la misma. El Papa convocó un sínodo de obispos, luego se eliminó la palabra «obispos» del nombre y solo quedó el término «sínodo». Luego se percibió que tal realidad no existe ni en el derecho canónico ni en la tradición de la Iglesia. Por lo tanto, se volvió a incluir «obispos» en el nombre del evento. En la discusión, sin embargo, hay una distinción entre un sínodo de obispos y una asamblea eclesial. La voluntad del Papa Francisco, como se expresó en su constitución apostólica Episcopalis Communio, amplió el grupo de participantes en el sínodo para incluir a aquellos que no comparten la autoridad episcopal pero que tienen el derecho de hablar y votar.

“Por lo tanto, el Papa Francisco designó al sínodo de obispos como una institución que difiere de la conocida en la tradición de la Iglesia y descrita en el Código de Derecho Canónico, lo que fue enfatizado principalmente por los obispos de las Iglesias orientales”.

Acerca de las expectativas de los participantes del sínodo, así se expresó Mons. Gadecki:

“Tenemos los problemas de las Iglesias saciadas. Los principales temas planteados por las Iglesias occidentales, incluido el Camino Sinodal Alemán, son los de una civilización consumista en la que las personas se han acostumbrado a no privarse de nada. Las Iglesias de países en desarrollo a menudo carecen de recursos materiales, pero no de fe ni de testimonio de vida. Así, tenemos un encuentro entre Iglesias de «exceso» y de «escasez». Por supuesto, estas últimas también tienen sus propios problemas. La amenaza de dilapidar los logros de dos milenios de cristianismo nos está mirando, a nosotros, representantes de Occidente, de frente. Así como Europa alguna vez compartió su fe, hoy puede comenzar a compartir su falta de fe, que está destruyendo Iglesias en otras partes del mundo.

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“De ahí la pregunta: ¿será el sínodo en su totalidad un lugar para la transmisión de la fe o, más bien, de la incredulidad? Creo que los cristianos en Occidente a menudo dudan de tener algo tan esencial que comunicar a las personas que su destino, es decir, la salvación o la condenación, depende de su aceptación o rechazo. Por tanto, para evitar ser rechazados, intentan ocultar esa parte de la enseñanza de Jesús que podría encontrar oposición y exponer solo lo que se comparte con el mundo”.

Contó el Arzobispo que “en el día de apertura del sínodo, todos recibimos por correo electrónico los documentos del Camino Sinodal Alemán. Casi todas las demandas enumeradas allí me generan serias preocupaciones. Creo que la Iglesia en Alemania atraviesa la mayor crisis desde la Reforma. A su vez, leo el envío de los documentos mencionados como un intento de difundir los problemas alemanes en toda la Iglesia. Los documentos se nutren abundantemente de la teología protestante y del lenguaje de la política moderna. De allí surge la convicción de que la Iglesia debería conformarse al mundo adoptando un sistema democrático y los estándares de una burocracia liberal. En Alemania, en general, tenemos una Iglesia con una burocracia ampliada. De ahí surge el deseo de limitar el poder de los obispos y la intención de construir una estructura de poder secular paralela a la jerárquica, así como de introducir una supervisión secular de los obispos”.

Resaltó el prelado que “Alemania está presionando fuertemente para introducir el diaconado para mujeres. Este tema se repite tres veces en el informe de síntesis. Sin embargo, no citan argumentos teológicos, sino la prohibición de discriminación de género y el empoderamiento de las mujeres. Esta argumentación sugiere que aquí no se trata del diaconado, sino de la posición de las mujeres en la Iglesia. En consecuencia, la introducción del diaconado femenino no sería una solución al problema, sino que solo avivaría la disputa sobre la ordenación de mujeres al sacerdocio. Históricamente, el diaconado de las mujeres difería del de los hombres. Las mujeres eran diaconisas debido al bautismo de mujeres por inmersión. La modestia requería que los hombres no participaran en este acto. Las diaconisas fueron introducidas en la Iglesia Maronita en un sínodo en 1736. Sin embargo, el trabajo de las diaconisas (diaconissarum opera) difería del ministerio de los diáconos (diaconi officium). Involucraba actividades caritativas. Entre otras cosas, se les prohibía acercarse al altar y administrar la Sagrada Comunión incluso en ausencia de un diácono. No creo que las mujeres que soliciten la ordenación al diaconado hoy en día estarían satisfechas con tal perspectiva. Sin el diaconado, se les permite mucho más en la Iglesia que a las diaconisas maronitas.

“Recientemente –continúa explicando el Arzobispo–, el Papa Francisco ha expresado esta posición cuando dijo que una mujer «no tiene derecho al principio petrino sino al principio mariano, que es más importante. (…) Entonces, el hecho de que una mujer no tenga acceso a la vida ministerial no es una privación porque su lugar es mucho más importante. En nuestra catequesis, cometemos un error al explicar estas cosas y terminamos volviendo a un criterio administrativo que no funciona a largo plazo».

“El segundo tema es la cuestión del celibato sacerdotal. El informe dice que se han expresado ‘evaluaciones diferentes’ sobre este tema. Con respecto al celibato, debemos ser conscientes de que aquellos que hablan de la «voluntariedad» del celibato están, de hecho, abogando por su abolición. El celibato es uno de los signos más significativos de que uno realmente cree en la realidad y verdad de Dios. Es el tesoro genuino de nuestra Iglesia. Quizás por eso los antiguos escritores cristianos llamaron al celibato «martirio blanco». El celibato, al igual que el martirio, es un signo enfático de fe en la primacía absoluta de Dios en la vida. La vida de un célibe es un signo claro de que Dios es la perla preciosa, el único. El único sin el cual es imposible vivir. La discapacidad real y última en la vida no es el celibato sino la ausencia de Dios, la vida sin Dios, el ateísmo. Dios es todo lo que necesitamos. El radicalismo de renunciar a la forma más hermosa del amor humano: el matrimonio y la familia, es el signo de que Dios es una necesidad absoluta para todos nosotros para cumplir el destino humano. ¿Quién va a mostrar esta verdad si no son los pastores de la comunidad? El hecho de que algunos sacerdotes hayan sido un escándalo en años recientes hace que sea más difícil para algunas personas entender la grandeza y el significado de la vida célibe. Sin embargo, no es motivo suficiente para que la Iglesia abandone el celibato sacerdotal. Aun así, miles de jóvenes en todo el mundo están asumiendo este compromiso generosamente. Miles de sacerdotes ven a Cristo mismo, el sumo sacerdote que no formó una familia, como modelo para su servicio a los demás”.

Mons. Gadecki también habló sobre “inclusión” una de las ‘palabras fuertes’ repetidas constantemente a lo largo del proceso sinodal:

“¿La enseñanza del Señor Jesús era inclusiva o excluyente? Jesús dejó un mensaje claro a los discípulos: «Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos…» (Mt 28:19). Él hizo el bien y murió en la cruz por todos, incluidos los mayores pecadores, pero fue crucificado, entre otras cosas, porque dejaba las cosas claras, decía la verdad, incluso la incómoda para los oyentes. «Ustedes son de su padre el diablo» (Jn 8:44) – estas no fueron palabras al azar. La inclusión radical no era su máxima prioridad, como se ve cuando muchos discípulos se marcharon después de su discurso sobre el Pan de Vida (Jn 6:66). Los creyentes en Cristo no envían a nadie al infierno. Oran por la salvación de todos, lo que no significa que minimicen las actitudes, elecciones y acciones humanas. Por eso, San Pablo ordena a los cristianos en Corinto excluir a la persona incestuosa de la comunidad al afirmar: «Entreguen a este hombre a Satanás para la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor» (1 Cor 5:5). Luego agrega que no deberían «ni siquiera comer con tal persona» (1 Cor 5:11). Ciertamente, el Evangelio de Jesús se ofreció a todos, hombres y mujeres, judíos y paganos. Sin embargo, la invitación del Señor Jesús no significaba que todos fueran bienvenidos en sus propios términos. Comprendía un llamado a la conversión y la penitencia.

“La palabra «inclusividad» definitivamente no encaja en la teología cristiana. Viene de las ciencias sociales. Ahí es donde surge el problema. La Iglesia profesa el dogma de la infalibilidad del Papa. Al mismo tiempo, uno podría tener la impresión de que algunos teólogos y obispos creen en la infalibilidad de las ciencias sociales, y ni siquiera de las ciencias, sino de algunos sociólogos y teorías predominantes, que en unas décadas solo se mencionarán en libros de historia”.

Se refirió también el Arzobispo de Poznan a las recientes dubia de cinco Cardenales, en el marco del sínodo, y a las posibles consecuencias de todo el proceso sinodal:

“Parece que las dubia fueron principalmente una reacción a los postulados del Camino Sinodal, que habían sido criticados varias veces por el Vaticano anteriormente. Creo que su significado fundamental se reduce a dudas sobre cómo se introducen los cambios en la enseñanza de la Iglesia. Por un lado, tenemos declaraciones de que nada cambia, por lo que la importancia de las enseñanzas de los papas anteriores no se cuestiona. Por otro lado, tenemos algunas insinuaciones por parte del Papa Francisco, que a veces son interpretadas de manera diferente por diferentes teólogos y obispos. Por lo tanto, se dice que el Papa quiere algo, aunque en ningún lugar se articula claramente o –lo que es muy importante para la enseñanza oficial de la Iglesia– justificado a la luz de la Tradición. A su vez, esto lleva a una situación que mencionaste en la que las uniones del mismo sexo son bendecidas en Bélgica, aunque el Papa nunca lo haya permitido oficialmente. Los fieles necesitan claridad en asuntos de fe y moral. La cuestión es que el Papa exprese claramente su posición, no guiñando el ojo a los de la izquierda o derecha.

“¿Por qué vale la pena ocuparse de los documentos del Camino Sinodal? En una de sus declaraciones, el obispo Georg Bätzing dijo que logró incluir todos los postulados alemanes en el proyecto final del Sínodo. Por lo tanto, existe el riesgo de que los Padres Sinodales, al votar sobre el documento final el próximo año, de hecho aprueben las demandas del Camino Sinodal, aunque con una redacción ligeramente diferente.

“Se vuelve justificado preguntarse sobre la relación entre la Iglesia Católica y la Iglesia sinodal así entendida: ¿hay continuidad o ruptura involucrada en esta propuesta de reforma? El Sínodo en esta etapa no ha adoptado ningún documento que resuma las deliberaciones, pero esto ocurrirá el próximo año, después de una reflexión más larga y profunda, de manera completamente informada. La tarea del Sínodo era avivar el carisma de la evangelización tanto entre los laicos como entre el clero. El aprecio de los laicos en la Iglesia es crítico, pero no puede llevar a la destrucción de la estructura jerárquica y apostólica de la Iglesia.

“San Juan Enrique Newman, quien estuvo agradecido de que a pesar de muchos eventos turbulentos, la luz de la fe llegara a su generación sin mancharse, afirma que a veces en la historia, la antorcha de la fe ortodoxa fue llevada solo por un hombre, ya que todos los demás se habían extraviado, incluidos los obispos. En esta imagen, creo que efectivamente retrata nuestra confianza en el Espíritu Santo, quien no permitirá que la luz encendida por Cristo sea extinguida o reemplazada por alguna otra luz”.

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