Una comisión teológica instituida por el papa Francisco ha concluido que la Iglesia católica no puede, en este momento, admitir a las mujeres al diaconado cuando entendido como un grado del sacramento del orden sagrado, basándose en las Escrituras, la Tradición y el Magisterio.
Redacción (05/12/2025 10:56, Gaudium Press) El informe de siete páginas, redactado por la comisión presidida por el cardenal Giuseppe Petrocchi, arzobispo emérito de L’Aquila, en Italia, fue entregado al papa León XIV el 18 de septiembre y divulgado públicamente a petición del pontífice.
Se llegó a la conclusión de que: «el status quaestionis de la investigación histórica y teológica… excluye la posibilidad de avanzar en la dirección de admitir a las mujeres al diaconado entendido como un grado del sacramento del Orden», al tiempo que reconoce que «no permite, en el presente, formular un juicio definitivo, como en el caso de la ordenación sacerdotal».
La comisión, que finalizó sus trabajos en febrero de 2025, es el segundo órgano convocado por la Santa Sede en los últimos años para examinar la cuestión del diaconado femenino. En 2020 se había instituido una comisión anterior.
Los hallazgos históricos de la sesión de 2021 del grupo observaron que la Iglesia «reconoció en diferentes épocas, en diferentes lugares y de diversas formas el título de diácono/diaconisa referido a las mujeres, atribuyéndole, sin embargo, un significado no unívoco».
Ese mismo año, los miembros llegaron a la conclusión unánime de que un estudio teológico sistemático del diaconado plantea «cuestiones sobre la compatibilidad de la ordenación diaconal de las mujeres con la doctrina católica sobre el ministerio ordenado».
En julio de 2022, la comisión aprobó (por 7 votos a favor y uno en contra) la formulación que se recoge íntegramente al principio de este artículo, que excluye la posibilidad de seguir adelante en la dirección de la admisión de mujeres al diaconado como grado del Sacramento del Orden, pero sin formular «un juicio definitivo».
Tras el Sínodo sobre la Sinodalidad de 2024-2025, la comisión revisó las contribuciones adicionales, aunque observó que procedían de solo veintidós personas o grupos, que representaban a un número limitado de países. Por lo tanto, el informe consideró que estas intervenciones no pueden considerarse «como la voz del Sínodo y mucho menos del pueblo de Dios como un todo».
El documento resume los argumentos de ambas partes. Los defensores de la ordenación diaconal femenina afirmaron que la tradición católica y ortodoxa de reservar la ordenación diaconal (pero también la presbiteral y episcopal) solo a los hombres parece contradecir «la condición de igualdad entre el hombre y la mujer como imagen de Dios», «la igual dignidad de ambos géneros, basada en este dato bíblico», la declaración de fe de que: «Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, porque todos vosotros sois ‘uno’ en Cristo Jesús» (Gálatas 3, 28), y el desarrollo social «que prevé la igualdad de acceso, para ambos géneros, a todas las funciones institucionales y operativas».
Los opositores replicaron que la masculinidad de Cristo y, por lo tanto, la masculinidad de aquellos que reciben el orden, no es accidental, sino parte integrante de la identidad sacramental, preservando el orden divino de la salvación en Cristo. Alterar esta realidad no sería un simple ajuste del ministerio, sino una ruptura del significado nupcial de la salvación.
Por una decisiva mayoría de 9 a 1, la comisión respaldó la ampliación del acceso de las mujeres a los ministerios instituidos (no ordenados), describiendo dicho reconocimiento como una «señal profética» en regiones donde persiste la discriminación de género.
Dos orientaciones teológicas diferentes
En su síntesis, el cardenal Petrocchi identificó una «intensa dialéctica» en curso entre dos orientaciones teológicas: una que ve el diaconado principalmente como ministerio, y no como sacerdocio, y, por lo tanto, potencialmente abierto a las mujeres; la otra que insiste «en la unidad del sacramento del Orden Sagrado, junto con el significado esponsal de los tres grados que lo constituyen, y rechaza la hipótesis del diaconado femenino: observa, además, que si se aprobara la admisión de mujeres al primer grado del orden, sería inexplicable la exclusión de los demás».
Dadas estas tensiones no resueltas y el desarrollo desigual del diaconado en todo el mundo —prácticamente ausente en algunos continentes, y en otros donde actúa con actividades que a menudo «coinciden con las funciones propias de los ministerios laicos o de los ministros en la liturgia»—, el cardenal pidió que se prosiguiera con un «análisis crítico riguroso y ampliado sobre el diaconado en sí mismo, es decir, sobre su identidad sacramental y su misión eclesial, aclarando algunos aspectos estructurales y pastorales que actualmente no están totalmente definidos».
La publicación del relatorio Petrocchi marca el capítulo de un proceso de discernimiento que se extiende por décadas, caracterizado tanto por la exploración cautelosa cuanto por la firme reafirmación de la doctrina existente sobre el ministerio ordenado.






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