domingo, 24 de noviembre de 2024
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Como saber si en el alma sopla de verdad el Espíritu Santo

El principio que permite distinguir la verdadera acción del Espíritu Santo de otras obras, malas y desprovistas de sustancia religiosa, se encuentra en el modo de proceder de quien realmente conserva intacta la verdad de la fe, los mandamientos y las buenas costumbres.

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Redacción (15/05/2023 14:59, Gaudium Press) Las palabras de Nuestro Señor, recogidas por San Juan en el Evangelio de la Misa de ayer VI Domingo de Pascua, forman parte de lo que podría llamarse el “Testamento de Jesús” : después de la Última Cena, el Salvador se despidió de sus Apóstoles mediante exhortaciones que, ante la inminencia de los trágicos hechos de la Pasión, tuvieron una unción y una fuerza extraordinarias.

Vendré a vosotros

Sin duda, este es uno de los pasajes más conmovedores del Evangelio. Es el Buen Pastor quien, viendo cercana la hora de su partida, consuela a sus ovejas:

No os dejaré huérfanos. Vendré a ti. Aún un poco, y el mundo ya no me verá más, pero vosotros me veréis, porque yo vivo y vosotros viviréis (Jn 14, 18-19).

Por si esta garantía no fuera suficiente, Jesús nos promete un Defensor:

Y yo rogaré al Padre y Él os dará otro Defensor, para que esté siempre con vosotros: el Espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Lo conocéis, porque permanece con vosotros y estará dentro de vosotros (Jn 14, 16-17).

De hecho, el Espíritu Santo nunca abandonó a la Iglesia, como podemos ver en la primera lectura de ayer, que cuenta que San Pedro y San Juan impusieron sus manos sobre muchos habitantes de Samaria, quienes “recibieron el Espíritu Santo” (cf. Hechos 8, 14-17).

La Tercera Persona de la Trinidad no sólo protegió y defendió siempre a la Iglesia de toda suerte de peligros por los que pasaba, sino sobre todo cuidó de suscitar en ella innumerables instituciones y movimientos que, por así decirlo, le comunican una “nueva vida”. Es decir, en cada período histórico, la acción de este Defensor se puede notar cuando aparecen nuevos carismas en la Iglesia.

Si me amáis guardaréis mis preceptos

Evidentemente, siendo el Espíritu Santo “Amor”, es indispensable que aquellos en quienes Él actúa estén llenos de amor a Jesús y a la Iglesia. Ahora bien, ¿cómo saber quién ama realmente a Nuestro Señor? Él mismo nos dijo:

Si me amáis, guardaréis mis mandamientos, y yo rogaré al Padre, y os dará otro Defensor, para que esté siempre con vosotros (Jn 14, 15-16).

Nuestro Señor dice claramente que el Espíritu Santo será enviado a aquellos que lo aman. Pero, ¿quién lo ama? Quien guarda sus mandamientos.

Quien no lo hace se vuelve indigno de ser la morada del Paráclito y de ser impulsado por su soplo divino a anunciar la Buena Nueva del Evangelio.

Esta rectitud completa es, además, el arma más eficaz contra cualquier calumnia, como enseña san Pedro en la segunda lectura:

Así que, si en algo sois difamados, los que insultan vuestra buena conducta en Cristo serán avergonzados (1 P 3, 16).

Así, el principio que nos permite distinguir la verdadera acción del Espíritu Santo de otras obras, malas y desprovistas de sustancia religiosa, se encuentra en el modo de proceder de quien realmente conserva intacta la verdad de la fe, los mandamientos y las buenas costumbres.

Pidamos, pues, al Divino Espíritu Santo que conceda a su Iglesia almas cada vez más celosas de amor y entrega a Dios, para que así se produzcan los frutos que tanto necesita la humanidad para convertirse al Creador.

Por Lucas Rezende

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