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A la par de los grandes actos persecutorios del régimen contra la Iglesia en Nicaragua, está la persecución menuda, esa del día a día.
Foto: Ralph Kayden en Unplash
Redacción (22/06/2023 11:05, Gaudium Press) A la par de los grandes actos persecutorios del régimen contra la Iglesia en Nicaragua – como la expulsión y prisión de sacerdotes y obispos, el congelamiento de cuentas bancarias de diócesis y otros del género – existe también la persecución menuda, esa del día a día, que también busca minar la vida de la Esposa de Cristo en esta sufrida nación. Algunos de estos hechos son contados por Rafael Manuel Tovar en Zenit.
Por ejemplo, Tovar reporta la declaración de un sacerdote que quiere permanecer anónimo, quien afirma que conoce perfectamente a los policías vestidos de civil que van a sus misas para espiar sus homilías y a los fieles que ahí asisten: buscan detectar a los críticos con el gobierno de Daniel Ortega.
Por lo demás estos policías no hacen mucho esfuerzo para permanecer ocultos, pues toman fotos y graban videos sin mucho recato: “Se meten al templo vestidos de civil para ver qué escuchan, si ven algo raro, pero siempre se van, como dice el dicho, con la cola entre las piernas. ¿Por qué? Pues porque siempre nosotros apelamos a la prudencia. No vamos a caer en la provocación. Lo que ellos tratan de hacer es provocarnos para ver qué decimos, y que haya confrontación para después tener algo con qué acusarnos”.
“Se siente mucha tristeza de parte de los feligreses; hasta miedo. Me preguntan ‘Padre, ¿hasta dónde vamos a llegar?’. Pero yo siento que los feligreses no bajan la guardia”, dice este sacerdote, que cuenta que en “estos últimos domingos he visto a más personas de lo normal en las misas que celebro. Las tres misas de los domingos están repletas y la iglesia que presido es bien grande”. Es claro, el temor entre los presbíteros de que los apresen es grande, y también algunos laicos han dejado de ir a las iglesias por miedo.
Un laico afirma que el gobierno ha hecho correr una prohibición a las empresas, de que no pueden prestar servicio a religiosos, pues corren el riesgo de que se les impongan altas multas o se les retire el permiso de funcionamiento: “Hace unas semanas, hicimos una actividad en la iglesia y nadie quiso alquilarnos buses para trasladar a los participantes”, expresó.
En una parroquia se repartieron camisetas con mensajes bíblicos para una actividad. Pero como tenían letras azules sobre tela blanca, las autoridades impidieron de usarlas, porque tenían los colores de la bandera y llevar estos colores es castigado con prisión.
Sin embargo, y con prudencia, los sacerdotes siguen escuchando y acompañando a la gente “que sientan que estamos con ellos; que alguien les acompaña…”. “A la Iglesia no la va a exterminar ningún poder humano en este mundo. Te lo digo por fe. Aún con sus errores, la iglesia permanecerá. Y Nicaragua no será la excepción”, dice el sacerdote entrevistado.
Por en cuanto, “hay mucha tristeza en los fieles, pero no bajan la guardia”.
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