sábado, 23 de noviembre de 2024
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Concilio de Clermont: Corrientes de gracias místicas al origen de las cruzadas

Tras el Concilio de Clermont, en noviembre de 1095, el Beato Urbano II viajó por varias ciudades de Francia e Italia con el fin de predicar la Cruzada, así como condenar la inmoralidad existente en el clero y la sociedad civil.

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Redacción (16/01/2023 10:57, Gaudium Press) El beato Urbano II tuvo contactos con los obispos españoles y los alentó en la continuación de la Reconquista, es decir, en la lucha contra los musulmanes que dominaban gran parte de la península ibérica, que fue iniciada por Don Pelayo con la Batalla de Covadonga, en el año 718, y sólo finalizó con la toma de Granada por los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, en el año 1492. ¡Duró casi 800 años!

La Reconquista española había sido impulsada por San Gregorio VII y los monjes de Cluny. Y en ese momento, su gran héroe fue el Cid Campeador, mano derecha del rey Alfonso VI, el Valiente, quien expulsó a los invasores mahometanos de varias regiones de España y tomó la ciudad de Toledo, la antigua capital, en 1085.

Unos meses antes de la verdadera Cruzada, hubo una expedición compuesta por hombres, mujeres y niños, sin disciplina militar, encabezada por Pedro el Ermitaño y un pobre caballero francés llamado Guillermo sin Fortuna. Los turcos mahometanos los masacraron en Civitot, cerca de Nicea, Turquía: murieron 22.000 católicos; niños y niñas fueron reducidos a la esclavitud.

Definición de “Cruzada”

La verdadera Cruzada comenzó el 15 de agosto de 1096, compuesta por cuatro ejércitos oficiales comandados por nobles franceses, bajo la égida espiritual del obispo Ademar de Monteil, legado papal.

Godofredo de Bouillon, duque de Lorena, se convirtió en el más heroico de todos los comandantes. Después de muchas batallas y terribles sufrimientos, Jerusalén fue conquistada el 15 de julio de 1099, Viernes Santo, a las tres de la tarde, hora en que expiró el Redentor en la Cruz.

Catorce días después, el beato Urbano II moría en Roma, a los 59 años, víctima de una enfermedad desconocida y repentina. Estando cerca de su agonía, lo condujeron al Palacio de Letrán y le pidieron que nombrara un sucesor; entonces nombró al cardenal Rainer, ex monje de Cluny, que se convirtió en el Papa Pascual II.

La memoria del Beato Urbano II se celebra el 29 de julio.

333px CrusadeLeaders 250x360 1Hubo ocho Cruzadas, pero sólo la primera salió victoriosa. El Padre Aimond las define así: “Expediciones realizadas por cristianos occidentales, bajo los auspicios de la Santa Sede, para liberar el Santo Sepulcro y luego defender el Reino de Jerusalén. Los cruzados se reconocieron por la cruz de tela roja, cosida en sus ropas; de ahí su nombre.”[1]

Daniel Rops afirma que la primera Cruzada fue un “evento místico”.[2] La gracia mística es la que se hace sentir en nuestras almas, que, iluminadas por Dios, “obran frecuente y manifiestamente según el modo sobrehumano de los dones del Espíritu Santo”[3].

En Clermont, la Providencia concedió torrentes de gracias místicas. Según la palabra usada por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, hubo un ‘flash’ colectivo, es decir, brilló una luz sobrenatural que iluminó la inteligencia, fortaleció las voluntades y armonizó la sensibilidad de las personas, conduciéndolas hacia el bien, la verdad y la belleza, y se extendió por toda la cristiandad.

Heroísmo total y entusiasta en defensa de la Fe

Sobre las Cruzadas, el Dr. Plinio hizo comentarios que transcribimos a continuación.

La magnífica oleada militar de las Cruzadas constituye una de las páginas más puras de idealismo que registra la historia.”[4]

Las Cruzadas demuestran que el católico debe defender su Fe con heroísmo total y entusiasta, en cualquier terreno donde esté amenazada, incluso en el campo de batalla.

Al mismo tiempo que la Iglesia promovía la organización de las Cruzadas, no dejaba ni un momento de intensificar, por todos y absolutamente todos los medios a su alcance, la vida religiosa de Europa.

Porque fue esta vida religiosa la fuente de las energías sobrenaturales que, en las Cruzadas, se traducirían en magníficos actos de heroísmo. Si la vida religiosa en Europa se debilitaba, las Cruzadas serían inmediatamente aplastadas por los musulmanes. Porque la lucha es el fuego, y la vida espiritual es el aceite del que se alimenta ese fuego”[5].

La oposición entre catolicismo e islam es tan aguda que, en tiempos en que los pueblos musulmanes gozaban de poder y prestigio, emplearon conscientemente todos sus recursos para destruir la cristiandad, y sólo fracasaron gracias al heroico esfuerzo de las Cruzadas .

Y así, nuestra civilización actual, de la que incluso los propios musulmanes obtienen no pocas ventajas, casi muere en su infancia y ciertamente habría muerto si no hubiera sido por la indefectibilidad de la Iglesia, debido al trabajo de estos mismos musulmanes, que querían imponer su civilización mahometana al mundo.[6]

Santa Teresita tuvo el coraje de un cruzado

Las Cruzadas representaron uno de los movimientos de alma más hermosos que tuvo la Iglesia a lo largo de todos los siglos de su existencia. Como todo lo hermoso que sucede en la Iglesia, este movimiento del alma correspondió a una gran gracia.

Fue la gracia de las Cruzadas, de las que todavía refulge un resto de brillo en los ojos contaminados y cansados ​​del hombre contemporáneo, porque cuando se habla de las Cruzadas todo el mundo entiende.

Cuando se dice: ‘Fulano de tal tiene espíritu de cruzado’, se entiende que es un héroe, no de heroísmo ordinario, sino iluminado por la Religión, por la Fe, por certezas de todo tipo, con una extraordinaria disposición y espíritu para soportar cualquier forma de dolor, sufrimiento, riesgo.

Un ímpetu de guerra, una capacidad de impacto sin precedentes, y probablemente sin consecuentes en la Historia. Todos estos conceptos se juntan y brillan en los ojos con una luz de Fe, cuando se habla de las Cruzadas”[7].

El ideal de la Cruzada entusiasmó a Santa Teresita, quien escribió:

Siento en mí otras vocaciones, la de Guerrero, la de Sacerdote, la de Apóstol, la de Médico, la de Mártir, en fin, siento la necesidad, el deseo de realizar, por Ti, Jesús, todas las obras más heroicas… Siento en mi alma el coraje de un cruzado, de un zuavo pontificio. Quise morir en un campo de batalla por la defensa de la Iglesia”[8].

Por Paulo Francisco Martos

Nociones de historia de la iglesia

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[1] AIMOND, Charles. Le Moyen Âge. Paris: J. de Gigord. 1939, p. 132-133.

[2] DANIEL-ROPS, Henri. A Igreja das catedrais e das Cruzadas.Sã o Paulo : Quadrante. 1993, v. III, p. 483.

[3] GARRIGOU- LAGRANGE, Reginald. Les Trois Ages de la Vie Intérieure. Paris: Cerf, 1938, p. 22.

[4] CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. O Legionário. São Paulo, 25-7-1937.

[5] Idem. O Legionário, 21-11-1937.

[6] Idem. O Legionário, 9-11-1941.

[7] Idem. Balduíno IV, o protótipo do católico. In Dr. Plinio. São Paulo. Ano XXI, n. 245 (agosto 2018), p. 14.

[8] SANTA TERESA DO MENINO JESUS E DA SAGRADA FACE Manuscritos Autobiográficos In: Obras Completas. 2 ed. São Paulo: Loyola, 2001, p 211).

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